Saturday, May 23, 2015

capitulo 11

-Ya, sólo curiosidad, claro... -sonrió Cande-, Con lo guapa que eres, no vas a tener ningún problema en conseguir una cita con él. Otra cosa será que a tu padre le parezca bien.
-No voy a tener ningún problema con mi padre porque no quiero salir con él -le aseguró Lali-. Por favor, no vayas por ahí hablando de esto. Si mi padre se entera, me mata.
-Lali, no te preocupes, nadie de por aquí te haría la faena de irle con un cotilleo así a tu padre. Después de la pelea que tuvo en la iglesia, todo el mundo le tiene miedo.
Lali bajó la cabeza avergonzada.
En aquel momento, la jefa de personal vino a buscarla para preguntarle si podía cubrir el turno de una compañera que se había puesto enferma y Lali accedió encantada, pues eso significaba más dinero y menos horas en casa.
Agradecida, se puso a abrillantar los suelos de aquella parte del castillo que no conocía y de la que normalmente se encargaba su compañera.
Así que era polaco, ¿eh? Un albañil de Polonia. Entonces, lo del acento británico de clase alta debía de haber sido imaginaciones suyas.
En aquel instante, le entraron ganas de saberlo absolutamente todo sobre Polonia, pero, ¿por qué se preocupaba tanto por un hombre al que no iba a volver a ver? Él trabajaba fuera y ella, dentro. El castillo era inmenso y había mucho personal trabajando en él, así que era prácticamente imposible encontrarse por casualidad.
A no ser, claro, que él la buscara. ¿Y por qué lo iba a hacer cuando ella le había gritado? Si fuera como Cande, sería ella la que iría a buscarlo a él. Menos mal que no se parecía a su amiga. Claro que la idea de no volver a verlo la hacía sentirse vacía y triste.
De repente, la máquina dejó de funcionar y, al girarse, Lali se encontró con un joven vestido de chaqueta y corbata.
-Señorita, por favor, estamos en una reunión muy importante y esa máquina hace un ruido espantoso. .. ¿Le importaría irse a limpiar a otro sitio? -le dijo en tono furioso.
-Ahora mismo -murmuró Lali.
-Que sea la última vez que le hablas así a uno de mis empleados -murmuró otro hombre en tono glacial.
-Lo siento mucho, alteza -se disculpó el primero sonrojándose de pies a cabeza.
Al ver al segundo hombre, Lali se quedó sin aire en los pulmones, pues era el hombre de la moto.
¿El hombre al que había conocido en la colina era el príncipe Peter? No, no podía ser. Era cierto que le había dicho que aquellas tierras eran suyas, pero Lali había creído que le estaba tomando el pelo.
Rápidamente, recogió el cable de la máquina e intentó salir de allí a toda velocidad, pero estaba nerviosa y le sudaban las palmas de las manos, lo que entorpecía sus movimientos.
-Deje que la ayude con eso...
-¡No! -exclamó Lali horrorizada al girar la cabeza y encontrarse con Peter muy cerca de ella-. Perdón... -añadió alejándose por el pasillo hacia la primera puerta abierta que vio.
Peter dudó un segundo, frunció el ceño molesto y sorprendido ante el comportamiento de la joven y fue hacia ella.
-Lali...
-¡Se supone que no debe hablarme! -exclamó Lali con la respiración entrecortada.
-No digas tonterías.

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