Saturday, May 23, 2015

capitulo 14

Lali se miró al espejo y comprobó que había un brillo de culpabilidad y de sorpresa en sus ojos, que tenía los labios enrojecidos y que sentía el cuerpo más prieto y voluminoso que nunca.
La culpa y la vergüenza se apoderaron de ella con saña. ¿Cómo se había atrevido a decirle al príncipe Peter que se estaba preguntando qué sentiría si la besara? ¡Se había comportado como una fulana!
Intentó concentrarse en el trabajo, pero no podía olvidar cómo había respondido al beso de Peter. Jamás se le había ocurrido que un hombre pudiera hacerla reaccionar de aquella manera, pudiera hacerla estremecerse de pasión, una pasión que ni siquiera era consciente de poseer hasta aquella tarde.
No conocía al príncipe absolutamente de nada y, sin embargo, no habría dudado en entregarse a él.
¡Le parecía tan irresistible que habría permitido que le hiciera cualquier cosa y lo que peor la hacía sentirse era que había sido él quien había dejado de besarla al oír a su secretario por el interfono!
Aquella tarde, al salir del trabajo, Lali estaba montándose en la bicicleta cuando se percató de que un hombre la miraba fijamente desde un descapotable.
-Hola, soy Bruno Judd, fotógrafo de moda -le dijo desde la distancia-. ¿Es usted consciente de lo increíblemente guapa que es? Si fuera también fotogénica, podría ser una de las mejores modelos del mundo, ¿sabe? -añadió acercandose-. ¿Le parece bien que quedemos para hacerle una sesión de fotografías?
-No, gracias -contestó Lali.
-¿Pero no me ha oído lo que le he dicho?
-Déjeme en paz -le dijo Lali alejándose pedaleando a toda velocidad.

QUIERO que averigües dónde está trabajando Lali Esposito porque quiero hablar con ella en privado. Disponlo con la máxima discreción -le dijo Peter a su secretario privado, que a duras penas consiguió disimular su sorpresa.
Una vez a solas, Peter se quedó mirando las rosas rojas que había en el florero situado junto a la ventana. A continuación, acarició delicadamente uno de los pétalos y pensó en los labios de Lali.
Aquello lo hizo maldecir pues, aunque la pasión de aquella mujer lo había sorprendido, no debía permitir que sus pensamientos volvieran una y otra vez a ella.
Al cabo de unos minutos, llamaron a la puerta y entró lady Rocio, con la que había quedado para hacer la lista de la próxima fiesta que iba a tener lugar en el castillo y que ella, como en otras ocasiones, iba a organizar.
Al verlo, lady Rocio sonrió encantada y Peter le devolvió la sonrisa, pero no era una sonrisa de complicidad como otras veces porque ahora lo cierto era que aquella mujer se le hacía demasiado obvia comparada con Lali y no lo atraía.
Lali estaba limpiando los ventanales de la galería y, como de costumbre, se quedó mirando el piano de cola que había en aquella estancia y se preguntó si todavía sería capaz de tocar.
Hacía muchos años que no lo hacía y, en cualquier caso, no se atrevía a tocar una pieza tan antigua sin permiso.
Su madre había sido profesora de música antes de casarse y se había encargado de que su hija fuera una maravillosa pianista.

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