Wednesday, May 27, 2015

capitulo 48

-Quería asegurarme de que mi padre no te echara a ti la culpa de nada, de que entendiera que el único responsable de esta situación era yo y así ha sido.
Lali tomó aire e intentó disimular su vergüenza.
La limusina y el resto de vehículos que la acompañaban enfilaron la autopista en dirección al palacio Ahmet, domicilio de la familia real Dhemení desde el siglo VIL Mientras admiraba las dunas de arena que los rodeaban, a Lali se le ocurrió algo muy desagradable.
-No le habrás contado a tu padre lo del robo, ¿verdad?
-¿Estás de broma? -contestó Peter con frialdad-. Mi padre te tiene por una mujer sin tacha.
-Peter, no he vuelto a hablar de este tema contigo en mucho tiempo con la esperanza de que, a medida que me fueras conociendo, te dieras cuenta de que soy incapaz de robar nada. Por Dios, ¿es que todavía no me conoces? ¡Yo no robé aquella joya ni jamás toqué aquel estúpido broche!
-¡Por favor, no me grites!
-¡Te grito porque eres un cabezota que se niega a oír otra versión de los hechos! -exclamó Lali indignada-. Es mi reputación lo que está en juego en estos momentos y tengo derecho a defenderme. Yo no he robado nada en mi vida
-No creo que sea este el momento de hablar de este tema.
-Pues yo, sí -insistió Lali-. Por lo visto, en Strathcraig están convencidos de que lady Rocio me tendió una encerrona porque se había dado cuenta de que te sentías atraído por mí. Por desgracia, no tengo ni idea de por qué la testigo mintió y dijo que me había visto meter el diamante en mi taquilla, pero ahora lo importante es que eres mi marido y... ¡en lugar de repetirme hasta la saciedad que me respetas y que me protegerás toda la vida, deberías hacer algo útil y limpiar mi nombre!
Peter se quedó mirándola lívido.
¿Cómo era posible que Lali creyera que estaba dispuesto a aceptar la versión de que era una ladrona como si tal cosa? Claro que no, le habría encantado poder defenderla, pero, tal y como habían ocurrido las cosas, parecía bastante evidente que Lali había robado aquel diamante.
Sin embargo, por primera vez desde que había ocurrido el incidente, se le presentaba la posibilidad de que las cosas hubieran sucedido de otra manera, de que el robo hubiera sido falso y se hubiera montado con el único propósito de desacreditarla.
Tendría que reflexionar sobre aquella posibilidad.
En aquel momento, un lacayo abrió la puerta del coche y Peter bajó. Se encontró con el primer ministro, que le hizo una profunda reverencia. A continuación, la niñera le entregó a Peter a su hijo y éste esperó con el niño en brazos a que Lali saliera de la limusina.
Lali todavía estaba temblando de pies a cabeza después del arrebato de cólera que se había apoderado de ella cuando una mujer de casi treinta años se acercó a ellos y Peter se la presentó como su hermana Jimena.
-Bienvenida a tu nuevo hogar -la saludó Jimena con una gran sonrisa-. Quiero que sepas que estamos encantados ante la inminencia de vuestra boda.
A continuación, se formó un corro de personas que querían ver a Santino, que dormitaba en brazos de su padre.
-Mi hermano procederá ahora a llevar a vuestro hijo a conocer al rey. Tú conocerás a mi padre en la boda -les explicó Jimena-. Ahora debes venir conmigo.
Lali miró de soslayo a su marido, deseando poder tener cinco minutos a solas con él para hablar tranquilamente del desagradable incidente del robo, pero era consciente de que era imposible.
-Tienes una sorpresa -le anunció Jimena encantada mientras cruzaban un inmenso vestíbulo de suelos de mármol y entraban en un pasaje que parecía conducir a una zona moderna del palacio-. Espero que te guste porque Peter se ha tomado todo tipo de molestias.
-¿Una sorpresa? -preguntó Lali confusa, con la mente todavía en la discusión que acababa de tener con Peter.
-No te puedo contar nada más para no estropearla -sonrió su cuñada- Debes esperar aquí a que te traigan a Santino.
-¿Van a tardar mucho?
-Una media hora como mucho -contestó Jimena abriendo la puerta de una estancia con expresión expectativa en el rostro.
Al entrar en la habitación, preguntándose cuál sería la sorpresa, Lali vio a un hombre junto a la ventana y lo reconoció al instante.
-¿Gaston?
-Sí, soy yo... -contestó su hermano con la voz tomada por la emoción.
Lali, con lágrimas en los ojos, cruzó la habitación corriendo y lo abrazó, llena de dicha y felicidad.

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