Monday, June 1, 2015

capitulo 23

Sintió un vaso goteante entre los dedos. Peter se debía haber movido a la velocidad del rayo. Lali bebió el agua sintiéndose humillada por no haber podido hacer una airosa salida.
—¿Cómo te sientes ahora?
—Perfectamente bien —contestó ella con rigidez—. ¿Sabes que estaba punto de irme?
—Eso es decisión tuya —Peter se acercó a los altos ventanales y los rayos del sol brillaron sobre su arrogante cabeza morena acentuando sus espectaculares pómulos y el contorno despiadado de su boca. Se dio la vuelta para mirarla con firmeza con los ojos despidiendo chispas esmeraldas—. Pero recuerda que no volveré a repetir mi oferta.
—No deberías haberla hecho nunca. ¡No sé de donde has sacado el valor de pensar que siquiera
consideraría tal arreglo¡ —le dijo Lali con repentina pasión.
—Yo no sufro de los nervios, Lali. Cuando quiero algo, voy tras ello y hago lo que sea
necesario con tal de conseguirlo. Eres tú la que introdujo el aspecto comercial en todo este asunto.
—¿Yo? —interrumpió ella con incredulidad.
—Tú has venido aquí sólo por tu hermano.
Con los hombros y la espalda muy rígida, Lali se levantó.
—Me alegro de que te hayas dado cuenta.
¡ —Y admiro tu espíritu. Estoy seguro de que piensas servir de apoyo a tu hermano y tu cuñada
—murmuró
Peter con suavidad mientras ella se volvía hacia la puerta
— Yo diría que los dos son bastante débiles para la adversidad. Y la aparente amenaza de mis banqueros no será nada ante las tácticas infinitamente más agresivas que utilizarán sus otros acreedores.
Involuntariamente, Lali se paró en seco.
—¿Qué estás intentando decir?
—Que en el instante en que la gente sepa que el centro está en venta, los otros acreedores de Vico se le echarán encima como una manada de buitres. Después, vendrán los tribunales y los embargos.
Lali tuvo la imagen mental de algún hombre agresivo y despiadado despojando a Fiona de sus juguetes y el estómago le dio un vuelco. Embargo. La respuesta final a las deudas impagadas. Ella no sabía mucho de embargos, pero sólo la palabra le producía horror.
Mientras se daba la vuelta despacio para mirar a Peter, vio su lenta y salvaje sonrisa y la invadió
una oleada de amarga rabia.
—¡No puedes desear a una mujer que te odia con toda su alma!
—Ódiame de la forma en que me odiaste en casa de Freddy y creo que sobreviviré —afirmó Peter con extraordinaria frialdad.
No sé porqué sigo todavía aquí —masculló Lali
Pero el problema era que lo sabía demasiado bien y el amargo conocimiento no le servía de ningún consuelo. Peter tenía el poder de acabar con la pesadilla de Vico y Stefani, el poder de
realizar un milagro y restaurar la normalidad y seguridad a toda una familia. Pero también tenía el poder de mantenerla sentada en aquella lujosa oficina donde no quería estar y se sentía atrapada. Y eso era lo que más la asustaba.

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