Wednesday, June 3, 2015

capitulo 36

Euguenia era la única mujer que Peter no podía tener. Y sin embargo, era su pareja ideal. Habían pasado poco tiempo juntos cuando eran pequeños porque Euguenia se había criado en Inglaterra y Peter en Italia. Y cuando se habían visto más, ya eran adolescentes ¿Habría sido instantánea la atracción o algo que habla surgido sin advertencia con el tiempo? ¿Habrían sabido incluso entonces que nunca podría ser? ¿Era eso por lo que habían tenido un cuidado tan escrupuloso en no dejar que los demás sospecharan? ¿Era por eso por lo que los dos mantenían siempre otras relaciones?
Lali sabia que se estaba torturando a sí misma e inspiró con fuerza. Entonces se acercó al espejo. Mientras alisaba una arruga del traje del cuerpo, se estremeció ante la sensibilidad de sus senos. Debía de ser porque iba a tener el periodo. Frunció el ceño y treinta segundos más tarde estaba revisando su diario.
Así que se le había retrasado el periodo. Aquello era raro, muy raro, pero también era cierto que las últimas semanas habían sido muy agitadas. Sintió un leve escalofrío. Aquellas náuseas matinales tenían que ser pura coincidencia. Peter no correría nunca un riesgo como ése. Un hombre esencialmente frío, controlado y lógico no haría sexo sin protección.
Consolada por aquella convicción, abrió la puerta y entonces se le ocurrió que los métodos
anticonceptivos a veces fallaban.
«Por favor, a mí no», suplicó asustada.
Mientras bajaba las escaleras, Lali se dedicó a buscar la pregunta casual y prudente que no le
hiciera parecer una paranoica.
—¿No habrás sido tan estúpido como...?
No eso no.
—De paso, ¿,cabe alguna posibilidad...?
No, eso desvelaba demasiado el humillante hecho de que ella no se había preocupado en absoluto.
Peter estaba en el elegante salón charlando con hombre y una mujer. Se acercó a ella con una sonrisa cortés pero con la mirada completamente gélida. Lali decidió retrasar la escabrosa pregunta y apartó la mirada. Al darse la vuelta se encontró con la sonrisa de asombro y delicia de la mujer rubia. Lali se acercó a ellos con genuino placer.
—¡Natalie... Gerard! ¿Cómo estáis?
—Sorprendidos de encontrarte aquí —confesó Natalie con franca diversión cuando los dos hombres se apartaron de nuevo—. Peter nos invitó esta mañana. Dijo que daba una cena de negocios aquí hoy, pero que tenía un motivo muy especial para invitarnos. Ahora me siento halagada. Tú y yo siempre fuimos buenas amigas, ¿verdad?
—Créeme, me alegro mucho de ver aquí una cara conocida.
Lali se rió, asombrada de que Peter los hubiera invitado por ella.
—Pero seguro de que te alegras más de no ver una cara en particular —señaló la rubia—. ¿Me
atrevo a preguntarte si irás a la boda?
Lali se había quedado tensa ante la mención soterrada de Euguenia, pero la mirada traicionó su confusión.
—Perdona, ¿qué boda?
—La de Euguenia, ¿no lo sabías? Se casa este verano.
Lali se puso pálida como la nieve, pero mantuvo la sonrisa. Natalie era muy agradable pero
también muy cotilla.
—¿Quién es el hombre afortunado?
—Un brasileño multimillonario muy guapo. Tengo entendido que está colada por él aunque me cuesta imaginarlo. Para ella siempre ha sido al contrario, pero tampoco la he visto en años. Desapareció de la escena poco después que tú.
Con una mano temblorosa Lali alcanzó la bebida que Ogden le estaba ofreciendo en una bandeja de plata. Euguenia estaba enamorada y a punto de casarse. Casi sonaba demasiado bueno como para ser verdad. Ahora tenía sentido el renovado interés de Peter por ella. Cuatro años atrás, Lali había creído que el único interés de Peter en ella era por la imposibilidad de conseguir a
Euguenia.

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