Thursday, June 11, 2015

capitulo 50

-Las últimas venticuatro horas han sido un verdadero infierno para mí, no estoy de humor para soportar mucho más. Te guste o no aquí la víctima es Candela. La he herido en su orgullo y la he fallado, pero de sus labios no ha salido una sola palabra de reproche.
-Sí, es una mujer muy inteligente, mucho más que yo.
-Cristos... ¿Cómo puedes ser tan rencorosa? ¡Es contigo con quien me voy a casar!
Lali se inclinó para recoger su bolso con manos temblorosas y luego se enderezó y lo miró con ojos vacíos de toda emoción.
-No me casaría contigo ni en bandeja, Peter.
-¡Juro que te estrangularé antes de llevarte al altar! -replicó Peter mirándola de reojo con una expresión negra.
-Hablo en serio -contestó Lali tranquila, atisbando un primer brillo de perplejidad en los ojos de Peter, que comenzaba a asimilar la información -. Ayer tenía pánico y fui lo suficientemente estúpida como para aceptar tu oferta de matrimonio. Pero tu lealtad está con Candela, no donde debería de estar, y no pienso formar parte de ningún sucio triángulo...
-¡No seas irracional! -la condenó Peter.
-No, soy muy sensata.
-Pero estás embarazada de mi...
-Y ésa es la única razón por la que me pediste que me casara contigo... No es suficiente -añadió Lali pasando por delante de él y caminando hacia el hall.
-Hay algo más entre tú y yo, pethi mou -gritó Peter.
-Puedo arreglármelas sin el sexo -contestó Lali.
-¡Vuelve aquí! ¡Esto es ridículo!
Lali se volvió para mirarlo con el rostro pálido como el mármol.
-No... lo que es ridículo es que hayamos estado juntos.
-Lali...
-Por favor, dame tiempo -insistió ella-. No me llames por teléfono, no te acerques a mí. Quizá, cuando todo esto haya pasado, podamos hablar sobre el niño... ahora mismo no.
Lali continuó con su vida normal durante la semana siguiente de un modo automático. Anhelaba y odiaba a Peter al mismo tiempo, y se sentía por completo apartada del mundo. Él la llamó a diario, pero Lali llegó incluso a colgar el teléfono sin ni siquiera responder. No confiaba en sí misma, se sentía vulnerable.
Saber de la existencia de Candela Veltrano la llenaba de celos, de mortificación y de culpa, pero comprender que Peter confiaba en ella infinitamente más la destrozaba. ¿Acaso Peter ignoraba sus propios sentimientos? Había rechazado a Candela en una ocasión. ¿No sería irónico que descubriera cuánto la valoraba justo cuando tenía que renunciar a ella?
Ella nunca hubiera podido ser para Peter más que una segunda y pobre alternativa, y sin el embarazo él nunca le hubiera ofrecido nada más que una aventura.
Aquel fin de semana el sobrino de Horace Barry, Joe Barry, la llamó para contarle que su tío tenía un constipado y no iría a la librería. El domingo Lali fue a ver a Emilia para explicarle que no volvería a trabajar al edificio Lanzani.
-Haces bien en no volver, Lali. Algunas chicas están muertas de envidia.
-Pues si supieran cómo estoy no lo estarían. Todo ha terminado, Emilia. En realidad nunca comenzó.
-Pues él está que arde, lo está poniendo todo patas arriba. Los ejecutivos de la última planta dicen que está verdaderamente de mal humor... -No quiero oír hablar de él, Emilia, en serio.
Al llegar a casa le esperaba una sorpresa. El sobrino de su jefe, un pomposo hombre de unos cincuenta años, estaba sentado en la oficina de la
trastienda revisando las cuentas. Y, lo que era aún peor, le confesó que en realidad lo que quería era verla a ella.

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