Lali pudo observar la frustración de Peter, sentirla. Lo amaba, y mucho. De no ser así no hubiera sentido aquel dolor. Sin embargo necesitaba tiempo para calmarse y asimilar lo ocurrido.
Lali tomó el sendero que llevaba a la casita de invitados. En cuanto llegó a la playa de arena se quitó los zapatos y caminó hasta la orilla. El sol brillaba produciendo fuertes reflejos sobre el agua. Hacía más calor que en su última visita, pero eso le encantaba. Aquel sol parecía capaz de acabar con sus estremecimientos.
Aquél era el primer día de su luna de miel, y sin embargo Candela había conseguido separarlos prácticamente. Peter estaba ofendido, y ella se había convertido en su talón de Aquiles. Él era un hombre orgulloso, y Lali no tenía deseos de que dejara de serIo. No obstante habían tenido otra discusión que no los llevaría a ninguna parte. ¿Cuántas más podría soportar su matrimonio antes de que Peter decidiera que no tenían futuro? Lali había llegado lejos cuando vio a Peter acercarse por la playa con una cesta de picnic.
-Te pedí que me dejaras sola -le recordó Lali con suavidad.
-Llevas ya tres horas sola, pethi mou. Ahora tienes que comer -contestó él sosteniendo su mirada. -¿Y eso lo sabes porque lo has leído en el libro que te dio Agustin?
-Quería estar contigo, ¿acaso es un crimen? -No, yo también quería estar contigo -concedió
Lali.
-Pero no lo suficiente como para volver a la villa. -Tengo que admitir que, a veces, me gusta que me persigas -admitió Lali, suspirando.
-Nunca había conocido a ninguna mujer que estuviera dispuesta a confesar algo así -comentó Peter extrañado,riendo.
-No seas tonto, Peter. Yo puedo admitirlo porque estamos casados.
La sonrisa de Peter emocionó a Lali, que finalmente tomó una decisión. Quizá su marido fuera incapaz de reconocer la malicia de Candela, pero los hombres en general tardaban en notar las artimañas femeninas, y aquella contrincante era muy inteligente. Y lo más importante de todo, Peter parecía feliz casado con ella. No parecía un hombre triste o desesperanzado por haber tenido que renunciar a la mujer a la que amaba. ¿O acaso era mucho más práctico de lo que pensaba?
-¿En qué estás pensando? -preguntó Peter.
-En ti.
-Pues tu expresión no era muy amable...
-Sólo pensaba en que me gustaría que nuestro matrimonio durara para siempre.
Toda la tensión entre ambos desapareció. Peter podía regocijarse de comprobar que su mujer lo tenía siempre en el pensamiento, y en efecto aquello pareció agradarle. Lali observó la sonrisa que curvaba sus labios. Sólo entonces se dio cuenta de que él era el centro de su vida. Aunque quizá no fuera una buena idea hacérselo saber. -Hoy en día hay que trabajar duro para mantener un matrimonio a flote -añadió ella.
-Pero nosotros no tenemos ningún problema -afirmó Peter.
Lali echó un vistazo a la cesta del picnic y reprimió una sonrisa. Peter se había apresurado mucho a negar que tuvieran algún problema. Pero después de que él descargara su ira culpándola por el artículo del periódico, ¿qué otro daño podía causarles Candela?
-Mi reacción ante ese artículo ha sido exagerada -se disculpó Peter.
-¿En serio?
-También hay escándalos entre mis antepasados -aseguró Peter.
-Basta ya, no trates de hacerme sentirme mejor.
quierooooooooooooo
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