-No hables así. Benjamin ni siquiera sabía que el abuelo era un hombre rico -protestó-. ¿Cómo iba a adivinarlo al ver como vivimos aquí?
-Los lugareños están bien enterados de la riqueza de Adam y lo consideraban como una leyenda de excentricidad -Peter notó lo furiosa que estaba ella y suspiró-. De acuerdo, haremos un trato.
Lali frunció el entrecejo.
-¿Un trato?
Él tomó asiento en el borde de la cama y extendió sus largas piernas.
-¿Qué te propones hacer después de la ceremonia?
-Irme con Benjamin -fue la tímida respuesta de ella, y él sonrió con frialdad.
-Ya veo que has madurado. Lo haré, pero con una condición.
-¿Cuál?
-Que yo tenga el control de la propiedad de Adam -al notar que ella lo contemplaba con temor, explicó su petición-: No quisiera que utilizaras el dinero en cuanto lo recibas. Está claro que Adam quería que fuese tuyo, pero debes reflexionar sobre la forma en que lo vas a gastar. Debes reconocer que no tienes experiencia en el manejo de grandes sumas de dinero. O por lo menos lo que para ti lo son, aunque dudo que la fortuna de Adam sea ni siquiera la cuarta parte de lo que la familia se imagina. No puede serIo, si tuvo que hipotecar esta casa.
Lali se sintió irritada ante el inesperado antifeminismo de Peter, pero confiaba en él de manera implícita. Lo que importaba era que protegía sus intereses y a la vez le proporcionaba la ansiada posibilidad de escape.
-¿Te casarás conmigo? -jadeó con deleite súbito.
Él volvió a ponerse de pie y una pesarosa sonrisa apareció fugaz en sus labios.
-Como dijiste, puede ser que yo no obtenga ninguna ganancia con esto, pero tampoco me cuesta nada. Y, después de todos estos años en esta casa olvidada de Dios, creo que te mereces decidir tu propio futuro. Además, sin tener en cuenta tan altos ideales, estoy deseando ver la expresión del rostro de Agustin.
Lali permaneció pensativa, pues consideraba que, al no ser una Esposito por nacimiento, estaba mal que se llevara toda la herencia.
Peter se volvió hacia ella antes de abrir la puerta.
-Creo que París está bien para echarnos el lazo.
-¿P... París? -repitió Lali como un eco.
-Será más discreto. ¿Tienes pasaporte? -preguntó dudoso.
-Sí... Benjamin y yo... bien, teníamos la esperanza de poder irnos de vacaciones...
-murmuró.
-Hasta que la actitud de Adam lo estropeó todo. ¿Cómo es Benjamin?
Ella demostró una comprensible sorpresa y entonces sonrió reflexiva.
-No es muy alto. Tanto sus ojos como su cabello son claros y tiene barba -recitó-. ¿Por qué?
-Curiosidad -dijo él, y se fue.
Maass
ReplyDelete