Encontró un par de sandalias en el armario y se las puso. Le quedaban grandes, pero cualquier cosa sería mejor que caminar descalza.
Peter miró la talla de una de las prendas. Estaba convencido de que era la talla de Lali, así que no podía ser tan sólo una coincidencia. Alguien había preparado minuciosamente todo aquello. Por eso no se sorprendió cuando abrió otro de los armarios y encontró ropa masculina.
Después de comprobar el estado del pie de Lali, Peter fue a afeitarse.
Lali eligió un bikini violeta para ponerse y se anudó un pareo a la cintura. Recorrió con la mirada la habitación y reparó en la botella de champán que estaba junto a los ramos de flores que Peter había mencionado. Algunas flores ya estaban marchitas. Levantó uno de los floreros y descubrió una nota.
-¡Peter! -lo llamó-. ¿Qué es esto? -añadió y le entregó el trozo de papel.
El enarcó una ceja mientras lo leía.
-Está escrito en griego. ¿De dónde lo ha sacado?
-Estaba ahí encima de la mesa -contestó Lali señalando el florero.
-Ayer no estaba -dijo entrecerrando los ojos-. Si no, lo habría visto.
-Lo he visto al levantar el florero. ¿Qué es lo que dice?
Peter soltó una carcajada irónica.
-Dice que no nos harán daño y que nos dejarán en libertad aunque no se pague el rescate. ¡Como si usted no lo supiera!
-¿De qué está hablando?
-De esto -dijo arrugando el papel y tirándolo al suelo-. Esta nota no estaba aquí anoche. Es evidente que ha sido usted la que la ha puesto ahí. No trate de disimular. Sé que usted ha tomado parte en mi secuestro -añadió enfadado-. Ahora lo único que me preocupa es mi abuelo. Tiene ochenta y tres años y su salud es débil. Ya ha sufrido bastante con la muerte de mis padres y mi hermana pequeña y no soportará mi desaparición.
-¿Qué cree? ¿Que mi familia no estará preocupada también? -le espetó Lali-. No sé por qué sospecha de mí.
-Está muy claro. Usted encontró esa nota. Además, en lugar de tenerme encerrado en una habitación de mala muerte, estoy retenido en una playa impresionante con una castaña muy atractiva.
-La próxima vez que encuentre una nota no le diré nada. Todavía no sé por qué cree que tengo algo que ver con los secuestradores.
-Son muchas las coincidencias. La primera vez que la vi fue hace seis semanas y...
-Seis semanas, ¿dónde me vio? -lo interrumpió Lali sorprendida.
-Me fijé en usted en el aparcamiento del aeropuerto. El viento había volado su gorra y la vi corriendo tras ella. No pude dejar de observarla. Me pareció una mujer muy guapa. Nunca creí que volvería a verla. Pero, cuando regresé a Londres y gracias a mi primo, usted iba a ser mi chófer durante el fin de semana.
Lali no recordaba la situación, pero sus comentarios consiguieron que su
enfado desapareciera. Se había fijado en ella seis semanas antes y todavía la recordaba. Se ruborizó.
-¿Gracias a su primo?
masss
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