Thursday, September 10, 2015

capitulo 24

Ya había anochecido cuando volvieron al hotel. Impaciente por ver a Benjamin, Lali buscó quien la pudiese ayudar, y un servicial recepcionista le dio las complicadas instrucciones para llegar a la dirección indicada sin perderse. Lali se sorprendió mucho al llegar al barrio donde vivían los Amadeo, pues se trataba de un suburbio muy tenebroso, y apresuró el paso bajo la lluvia cuando un grupillo de adolescentes de amenazadora apariencia le gritó algunas obscenidades desde un zaguán cercano. Cuando por fin se encontró frente al edificio donde debía vivir la familia Amadeo, ya empezaba a oscurecer.
Mientras subía en el destartalado ascensor, reflexionó sobre la dreprimente impresión que debió sufrir Benjamin al tener que ir a vivir a ese lugar. Al no responder nadie a sus llamadas a la puerta, Lali contempló pensativa el lugar. Benjamin vivía con su madre y su hermana. ¿No habría nadie en casa?
-¿Cuándo va a dejar de llamar? -demandó una aguda y molesta voz femenina, y Lali giró sobre sus talones, con las mejillas ruborizadas, para ver un regordete pero no feo rostro que asomaba desde una puerta en el lado opuesto-. Es obvio que no hay nadie.
-¿Sabe cuándo podría encontrarlos? Vengo desde muy lejos y pronto volveré a irme. Es muy importante.
La mujer la recorrió con la mirada de arriba abajo.
-Él se fue a visitar a su familia -dijo con tono truculento-. Oiga, ¿y qué hace usted por aquí? Va tan elegante, que no creo que pertenezca a este barrio.
-Vendré después -declaró Lali con una sonrisa forzada. Al alejarse, pensó que esa mujer había insinuado que Benjamin vivía solo. En su última carta él no le decía nada de que su familia se hubiese mudado a otra parte. Sentía mucho no haberlo visto, pues tendría que tomar sola una decisión; pero, después de su visita a ese lugar, se daba cuenta de que sin dinero no había esperanzas para ellos. Y, después de todo, quizá sería mejor no hablar con Benjamin. Él no la alentaría de manera abierta a casarse con Peter, pero con toda seguridad en su interior se sentiría agradecido, ya que no tenían otra opción. Podrían transcurrir años antes de que él encontrara trabajo. La perspectiva de tener que esperar tanto tiempo para casarse era insoportable.
Frustrada y desilusionada, Lali salió a la calle y caminó a toda prisa hacia la parada del autobús.
Ni siquiera oyó a su asaltante. Un violento empellón la tiró de narices sobre el humedo y sucio pavimento y, mientras en su garganta se formaba un grito de terror, sintió un peso sobre las piernas y una mano que con crueldad tiraba de los cabellos.
-No hagas ruido -le advirtió el salvaje individuo. Lali sintió, más que vio, el frío de la hoja de una navaja contra su cuello mientras él le sujetaba las manos.
-Vaya, no traes joyas. Parece ser que no valió la pena el esfuerzo. ¿Qué llevas en el bolso?
En ese momento, Lali oyó que otro tipo gritaba algo y, al pensar que estaba a punto de ser violada, además de robada, arqueó el cuerpo para tratar de liberarse, pero el truhán que la atacaba le dio un violento golpe en la cabeza que la hizo gritar de
miedo y dolor.

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