Lali estaba sorprendida. Ella que siempre había analizado cualquier decisión que había tenido que tomar, ahora estaba entregando su virginidad a Peter sin tan siquiera cuestionárselo. Tenía veinticinco años y seguía enamorada del hombre que estaba con su hermana. ¿Por qué no podía dejarse llevar por la atracción que sentía por Peter? Al menos tenía claro que no había nada más que eso, atracción.
Peter se bajó la cremallera del pantalón y frunció el ceño.
-¿Estás dispuesta a correr el riesgo de que te deje embarazada?
Lali se quedó paralizada.
-No podemos seguir. Me moriría si me quedase embarazada.
-No te preocupes. Tendré cuidado. Me saldré a tiempo.
Lali se sonrojó y desvió la mirada.
-Es demasiado arriesgado -dijo.
-Me gusta correr riesgos.
-A mí no.
-Si té quedas embarazada, cuenta conmigo para lo que haga falta -dijo Peter-. No te preocupes, pethi mou.
Lali lo miró. Peter se quitó la ropa interior con la seguridad y la confianza que transmitía con cada uno de sus movimientos. Sin pretenderlo, Lali se quedó mirando su entrepierna y encontró otro motivo por el que no deberían seguir con aquello.
-No es que no confíe en ti -comenzó a decir Lali mientras él se aproximaba-. Es que...
-No seas tonta. Eres preciosa y sólo estás algo nerviosa. Verás como te gusta.
Peter separó los brazos de Lali y retiró su cabello para dejar al descubierto sus pechos.
-Hacemos una gran pareja. Todo lo que tienes que hacer es relajarte y disfrutar. He tenido fantasías sexuales contigo antes incluso de que nos conociéramos el viernes. Ahora te tengo en mi cama y estoy dispuesto a hacerlas realidad. Ninguna mujer me ha excitado tanto como tú -dijo y la besó profundamente.
Lali sintió como si cada célula de su cuerpo despertara. Peter la besó en el cuello y pellizcó sus pezones. Lali dejó escapar un profundo gemido. Lo deseaba con todas sus fuerzas. Ni el beso más apasionado ni las más tiernas caricias podían calmar la fiebre que sentía en su interior.
Peter acarició el vello bajo su vientre. Estaba caliente y húmeda. Ella se retorció, pero él la sujetó y continuó acariciándola con su lengua.
-Relájate -susurró Peter.
Lali acarició sus hombros. Él continuó explorando la fuente de su cálido y húmedo placer. Luego, la tomó- por las caderas y la hizo arquearse para facilitar la penetración. Lali sintió un punzante dolor que la sorprendió y entonces él dejó escapar un aullido de placer. Peter empujó con fuerza y comenzó a moverse rítmicamente. Lali estaba muy excitada y se abandonó a las sensaciones de su cuerpo. Sentía que el corazón se le iba a salir del pecho. El movimiento se hizo cada
vez más acompasado y, cuando estaba al borde del éxtasis, él trató de separarse de ella.
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