El atuendo que él llevaba no era, según pensó Lali, una falta de respeto, sino que demostraba la prisa de Peter para asistir al funeral, y quizá, que había volado directamente desde los Estados Unidos. Aunque también era cierto que ella nunca lo había visto vestido con un traje. Había sido educado en California, se encargaba de atender algunos de los negocios de los Lanzani en Londres. Peter era mucho menos convencional y de criterio más abierto que sus primos.
-Señorita Esposito -el ministro le daba la mano porque ella era la única entre todos los asistentes que había vivido con el hombre que acababan de enterrar.
-Lali -la mano de Peter tomó la de ella con firmeza-. Lo siento mucho. ¿Fue algo súbito?
Los grandes ojos negros de ella se abrieron mucho tras sus gafas de gruesa montura de concha.
-No, estuvo enfermo durante mucho tiempo -musitó-. Para él, la muerte significó un descanso.
-No deberías haber dicho eso -la amonestó Agustin mientras ambos caminaban por el camino de grava-. A mí me pareció una falta de respeto -hizo una pequeña pausa-. Peter no tenía nada que hacer aquí.
-A mi me parece bien que él haya venido -replicó Lali-. Siempre pensé que el abuelo sentía cierta debilidad por él, aunque nunca lo haya admitido.
-Tonterías, Lali -Agustin se ajustó el nudo de la corbata mientras se dirigían hacia los coches-. No me gusta presumir, pero yo siempre fui el favorito.
¡Cielos, qué hombre tan vanidoso! Cuando Vico, otro de los primos subió en el coche tras Agustin, ella sonrió con alivio. Vico, era todavía estudiante, y no había visitado demasiado a su abuelo. «Aunque», reflexionó Lali con amargura, «¿Quién podría considerar agradable ir a Ranbury Hall?» Su abuelo no había gastado un centavo en reparaciones en la propiedad desde hacía unos cincuenta años, por lo que era un lugar poco confortable.
-¡Mirad el coche de Peter! -exclamó Vico y casi se rompió el cuello al asomarse a ver el lujoso automóvil que estaba aparcado en el extremo de la calzada de la iglesia-.
¡Mi madre debe haberse puesto verde de envidia!
Agustin le dirigió una mirada de reproche.
-¿Fue Celia quien le informó a Peter de la muerte de Adam? -quiso saber. Celia era tía de Agustin y madre de Vico. Incómoda, Lali se mordió el labio inferior.
-No, Agustin, fui yo.
Él la miró sorprendido.
-¿Tú?
-Tenía derecho a saberlo -contestó ella con calma, aunque tenía pálidas las mejillas-. Me puse en contacto con su secretaria en Londres y le dejé el recado a ella.
-Debiste haber consultado conmigo primero -exclamó Agustin furioso-. Hacía años que Peter no venía.
-Tres años -especificó Lali-. Y sabes que el abuelo le dijo que no volviese.
Estuvo muy desagradable con él durante su última visita.
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ReplyDeletequiero mas
ReplyDeleteotro please
ReplyDeletesube mas
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