Wednesday, September 2, 2015

capitulo 34

Temblando, lo siguió hasta la casa y entró en el salón, que tenía un techo muy bajo y dos sofás muy cómodos. Se fue a la ventana y miró el jardín que ella había cuidado con tanto esmero cinco años antes. Se lo había comido la maleza. ¿Y qué más daba? Aquel no era su hogar, y nunca lo fue. Ninguno de aquellos cambios le importaban mucho. Sin embargo, sin saber muy bien la razón, tenía la sensación de que había perdido algo.
Había querido tanto aquella casa, tanto como había querido a Peter. Después de vivir en la casa de su abuelo, aquello le había parecido un palacio. No había en aquel momento novia más dichosa que ella. Se sintió un poco ridícula al recordar todo aquello, en especial cuando pensó en el castelo...
Criadas, muebles antiguos y cuartos de baños preciosos. Siguiendo la tradición de aquella comarca de Italia, él había comprado la casa y los muebles antes de casarse. Fue el primero en Sienta que contrataba a una cuadrilla de gente para que le decoraran la casa. En todo lo demás, Peter se había comportado como se suponía que se tenía que comportar un novio de por allí.
-Lali... -murmuró Peter en el quicio de la puerta.
-Fui tan feliz aquí -susurró, arrepintiéndose nada más decirlo-. De todas maneras me tendrías que haber dicho lo de nuestro matrimonio desde el principio.
-Pensé que todavía no estabas preparada para ello -le contestó Peter-. Habías invertido mucho en nuestra relación.
-¡Eso no es verdad! -exclamó Lali, apretando los puños-. Me han dado muchos golpes en mi vida, pero ninguno como el que me diste tú.
Peter se quedó mirándola, con sus ojos verdes , como si supiera que estaba mintiendo, como si supiera que le había destrozado el corazón el día que lo vio en Cagliari.
-En aquel tiempo eras terriblemente vulnerable. Tenías el cuerpo de una persona adulta, pero no la experiencia. Después de cinco años viviendo aislada, lo único que conocías se limitaba a lo que ocurría en aquel pueblo.
Lali palideció y sus ojos expresivos se velaron, sabiendo que poco podía decir para rebatirle aquel argumento. Porque recordaba a la perfección lo desorientada que se había sentido nada más volver a Londres.
-Si no hubieras tomado el tren a Cagliari aquel día, habrías continuado tus estudios en Florencia -aseguró Peter con convicción-. De esa manera podrías haber superado tu amor por mí y te habrías empezado a interesar más por los chicos de tu propia edad.
-¿Y si no hubiera ocurrido eso, qué habrías hecho tú entonces? -exclamó Lali.
Peter se encogió de hombros, sus ojos tapados por pestañas largas y negras.
-Pues habría resuelto la situación de alguna manera. Porque yo te tenía mucho cariño. Pero podríamos haber seguido viviendo juntos. Yo no quería correr el riesgo de terminar en la cama contigo...
-¡No creo! -replicó Lali, con el resquemor del dolor no olvidado, mientras pasaba a su lado.
Peter estiró una mano y la agarró por el antebrazo, impidiéndola continuar. Sus ojos brillaban como la esmeralda.
-En aquel tiempo eras tan salvaje como una gitana, además de guapa y muy sensual. No te dabas cuenta de ello, pero lo tenías y eso no me dejaba pegar ojo por las noches -le informó Peter-. Eras una tentación que me atormentaba día y noche.
Lali lo miró con ojos de sorpresa, sin poder siquiera respirar.
-Yo caminé en la cuerda floja contigo -le recordó Peter con tristeza-. Sabía que si cedía, los dos terminaríamos en una relación imposible. Me tendrían que haber dado una
medalla por haber aguantado tanto tiempo sin meterme en la cama contigo. Más cuando no parabas de recordarme que eras mi mujer.

No comments:

Post a Comment