Lo mejor sería que tuvieran una aventura, de la que nadie se iba a enterar. Después se separarían y nunca más se acordaría de él. La indiferencia de Peter había triturado su ego. Por eso nunca había podido olvidarlo. Por eso todavía se sentía atraída por él. La naturaleza humana era muy perversa. La gente siempre apreciaba más, aquello que no podía conseguir.
Una vez satisfecha su curiosidad, se olvidaría de él. Aquel pensamiento la puso más contenta.
-He empezado a hacer la comida. Pensé que te gustaría tomar una copa -dijo Lali, pasando a la habitación que Peter siempre había utilizado como despacho.
Peter apartó la mirada de la pantalla del ordenador, poniendo cara de sorpresa. Sonriendo, Lali puso el vaso de vino en la mesa, intentando no mirar la fotografía de boda, que todavía estaba allí, después de cinco años.
-¿Es que no hay nadie que tire nada por aquí? -protestó, levantando la fotografía, antes de tirarla a la papelera-. Lo siento, pero es horripilante seguir viendo este tipo de cosas. Lali se dio la vuelta y se dirigió hacia la puerta, segura de que aquella conducta le había desconcertado.
-La cena tardará un rato largo. Voy a hacer algo especial para esta ocasión. Es una pena que no hayas traído champán...
Diez minutos más tarde, estaba debajo del chorro de agua de la ducha. Decidió ponerse un pareo para cenar. Peter le había dicho que la quería ver con falda. Se sentía generosa. Iba a dejarlo impresionado. Por inexperta que fuera, conocía toda la mecánica de la seducción.
Bajó al piso de abajo, levantó el teléfono y empezó a llamar a Gas, pero su socio no estaba en casa. Dejó un mensaje en el contestador, en el que le decía que no había podido llegar a un acuerdo con el propietario de las villas. Y era verdad.
El frigorífico de la cocina estaba repleto de comida y los armarios también. Sus tías abuelas habían sido muy amables. Lali empezó a tararear una canción, mientras preparaba la cena y los aperitivos.
Peter, en lo que a gastronomía se refería, iba a ser como plastilina en sus manos. Se bebió otro vaso de vino, para animarse un poco. Esa noche no estaba dispuesta a sentir la misma inseguridad que la noche anterior. Esa noche, ella iba a ser la que llevara el control de la situación. Cuando tuvo todo preparado, lo llamó.
Peter entró en el comedor. Miró sin inmutarse la mesa, con las velas encendidas, que le daban un aire de intimidad. Luego miró a Lali, fijándose en el pareo, a través del cual se trasparentaban sus fabulosas piernas.
Lali sostuvo la respiración, los latidos de su corazón golpeando su pecho, como truenos. Toda su atención se concentraba en él. Llevaba un traje, con camisa blanca, que resaltaba el efecto de su pelo negro y piel dorada, parecía extraño, a la vez que maravillosamente espectacular. Un escalofrío le recorrió la espalda.
-¿Tienes pensado ponerme el veneno en el primer plato? -preguntó Peter. Lali se puso tensa, sin saber bien por qué.
-¿Es un chiste?
-Sé que eres una persona muy temperamental, y este escenario es de lo más propicio...
mas nove ♥
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