Con la cabeza un poco más despejada, empezó a subir las escaleras. Así era como ella se lo había imaginado. Peter esperándola en la habitación. Entró y lo vio metido por primera vez en la cama de matrimonio...
Un sentimiento de angustia se apoderó de ella. Tenía un aspecto muy sensual. La cabeza empezó a darle vueltas y pensó que de un momento a otro se iba a marear.
-¿Qué te pasa? -le preguntó Peter, mientras apartaba la sábana a un lado-. Dio... pensé que era mi imaginación cuando estábamos abajo, pero ahora que te veo, estás... Lali se metió en el cuarto de baño. Se sintió asustada. Le hubiera gustado quedarse sola y morir.
-Te sentirás mejor cuando comas -le aseguró Peter.
Poco convencida de ello, Lali se quedó mirando la tostada medio quemada que había en la bandeja del desayuno. Era más seguro que mirar a Peter. Un sentimiento de turbación la desgarraba, al recordar todo lo que había pasado entre ellos la noche anterior. Peter, al principio, incrédulo por el estado en el que se encontraba ella, después impaciente, desesperado y después amable. ¿Por qué había sido tan amable? -Gracias -le dijo, con la mandíbula apretada, colocándose la hombrera del camisón con el que había dormido.
-Tiene que haber una razón para que te emborracharas de esa manera.
-No estaba borracha. Estaba un poco alegre -contraatacó, mientras daba un mordisco a la tostada.
-¿Estás enamorada de Gaston Dalmau?
Lali casi se atraganta.
-¡No estoy enamorada de él! ¡Somos sólo amigos!
-Pues no sé por qué entonces estabas tan nerviosa...
-¡Eso es ridículo! ¿Por qué tienes que dar tanta importancia a algo que fue como un accidente? -Porque sólo pensar el peligro que corres comportándote de esa manera en compañía de un hombre menos escrupuloso que yo, me pone enfermo.
-Tú no eres quién para decirme cómo me tengo que comportar.
Peter la miró con tono burlón desde la puerta. Lali siguió comiendo, bajando la cabeza para ocultar su sonrojo.
Creyendo que Peter había salido de la habitación, se sobresaltó cuando él levantó la bandeja y se sentó al borde de la cama. Lali se puso tensa al sentir su mano acariciarle el pelo.
Después, Peter sonrió, con una de aquellas sonrisas tan carismáticas que aceleraban su traicionero corazón.
Estaba tan cerca que olía su masculino aroma, la piel calentada por el sol. Las aletas de su nariz se abrieron. Sintió un nudo en la garganta. Levantó su mano de forma involuntaria y se la puso en el hombro, con la mirada clavada en la de él. Cuando él acercó su cabeza, ella se estremeció.
Empezó a besarla con mucha suavidad, su ternura era un bálsamo para su sensibilidad. Le mordisqueó los labios. Ella estiró sus brazos, le rodeó el cuerpo con ellos y tiró de él. Su cuerpo le pedía algo que sólo él le podía dar. El cuerpo le ardía por dentro. Cuando Peter le metió la lengua entre sus labios, el corazón le golpeó con tanta violencia que creyó que iba a dejar de respirar.
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