Lali lo miró, atrapada en su mirada, como si la tuviera encadenada. Se sentía tan a gusto, tan feliz.
-Eres exquisita, cara mia -murmuró Peter-. En estos momentos, todo lo demás me da igual.
-A mí también -susurró Lali, pensando que sólo iban a hacer aquello una sola vez, porque después se separarían para siempre.
Lali levantó la mano y se la puso en el hombro, acariciándole la piel que cubría sus maravillosos músculos. Así era como tendrían que haber estado hacía cinco años, pensó Lali. Un acto tan natural y espontáneo, producto del amor que sentía por él. Miró a Peter y empezó a jadear, apretó su cuerpo contra él, para que saciara cuanto antes su necesidad.
-Si me miras así -susurró Peter, con un tono tan abrasivo como la arena en la seda-, creo que no voy a ser capaz de contenerme y me voy a echar sobre ti como si estuviera sediento de sexo.
-¿De verdad? -la cara de Lali dibujó una sonrisa de satisfacción.
Peter acercó su cabeza a su cara y empezó a besarla con urgencia, a lo cual ella respondió de igual forma.
Sintió la dureza de sus manos en su delicada piel, explorando con sus dedos sus pechos, provocando en ella un placer que atormentaba su cuerpo, el cual enarcó hasta entrar en contacto con el de él. Se sentía dominada y aprisionada, sensación que le gustó. Le metió los dedos entre el pelo y le sostuvo la cabeza. Peter se soltó, iluminando con una sonrisa de satisfacción su confuso rostro. Su traicionero corazón se contrajo en respuesta.
-Yo no voy a ningún sitio, cara... Tu pasión es lo único que quiero que me des, y lo único que no puedes ocultar. Tu completa entrega será mi triunfo.
A Lali se le contrajo el estómago, un sentimiento de temor que luchaba entre las oleadas de placer que la dominaban. Pero con una sonrisa suave, Peter la volvió a besar, con una sabiduría carnal, contra la que ella estaba indefensa. El cuerpo le ardía, poseída por su propia necesidad, desesperada por ver satisfecho su deseo. Le hubiera gustado meterse en su piel y compartirla con él.
Peter jugueteó con los pezones, metiéndoselos en la boca. Con dedos suaves y seguros, le acarició el vello rizado que guardaba su feminidad, tocándole donde nadie más le había tocado. La sensibilidad en ese punto era explosiva e insoportable, un placer agonizante en el que Lali no pudo hacer más que abandonarse.
-Estás húmeda -susurró Peter al oído. Se colocó encima de ella, obligándola a abrirse de piernas y poniéndose entre ellas. Cuando Lali sintió su miembro duro y caliente, se puso tensa y jadeó, pero pensó que si Peter se detenía en sus movimientos, se moriría. Se movió un poco más adentro y el placer se convirtió en dolor, un dolor al que respondió con un grito.
Peter se quedó inmóvil unos segundos. La miró con unos ojos que ardían en llamas. -Si lo hubiera sabido, habría entrado más despacio -le dijo, metiéndose más dentro de ella, al tiempo que comprimía sus labios.
Tan intensa sintió Lali aquella intrusión, que no escuchó sus palabras. Permaneció inmóvil, para ver si el dolor desaparecía. Lo miró y susurró:
-Es tan extraño.
-Ahora sentirás placer -prometió Peter, dibujando en su cara una sonrisa casi tierna. Era muy difícil imaginárselo, pero poco a poco aquello fue haciéndose realidad, y todo su cuerpo se concentraba en los movimientos que Peter hacía dentro de ella, con un vigor
que la llenaba de energía e impaciencia. Era algo atemporal, absorbente. Y de pronto su cuerpo empezó a estremecerse, traspasando los límites del placer. Y Peter la acompañó en todos sus movimientos hasta quedar saciado. Cuando Lali despertó de la languidez de la saciedad, se encontró abrazada a él, como una lapa.
me fasino
ReplyDeletemas nove ♥
ReplyDeleteMaass
ReplyDeleteotroooooo
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ReplyDeletemas =)
ReplyDeletemas novelitaaaa
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