Lali se acababa de acomodar en una habitación que había frente a la de Peter, cuando él entró. Llevaba sólo una toalla de baño alrededor de su cintura y tenía una cara como de alguien extraviado. Sin decir una sola palabra, la levantó en sus brazos y se la llevó a su cama.
-¿Qué estás haciendo? -le preguntó-. Ahora somos amigos, no podemos dormir juntos. -Yo no quiero otro amigo. Tengo muchos amigos. Te quiero en mi cama, que es donde tienes que estar -le dijo Peter, echándola en la cama y acostándose a su lado-. Por el momento con eso será suficiente. Buona notte, cara.
-¡Pero si estamos a punto de divorciarnos!
-Con un poco de suerte, si muero, te convertirás en una viuda millonaria -contestó Peter con ironía-. La verdad, no sé cómo se me ocurre darte ideas...
-Pues no lo digas ni en broma, porque yo me moriría, si te pasara algo.
Nada más decirlo, Lali se tapó la boca con las manos.
-Una respuesta un tanto extraña de una mujer que me ha estado mintiendo y robando durante cinco años, sin que le remordiera la conciencia.
-Yo no te robé nada... fue...
-Emilia, mi suegra -finalizó Peter por ella, con tono de satisfacción.
Peter se incorporó, encendió la luz de la mesilla y le preguntó:
-¿No te sientes ahora mejor habiendo confesado todo? Siento mucho tener que haber sido desagradable, pero era la única forma de que contaras la verdad.
-Yo no... -Lali estaba tan horrorizada que no sabía qué decir.
-Te delataste cuando me contaste lo que te pasó con Gas. Está claro que tú no puedes comportarte así. No sabes mentir. Cualquier niño se daría cuenta cuando mientes. Si no hubiera estado tan enfadado aquel día, lo habría descubierto yo mismo.
-Yo... -Lali se sentía tan desorientada por su actitud, que no sabía qué responder. -Tendrías que haberte imaginado que yo no tenía la menor intención de demandar a tu madre-le dijo Peter-. ¿Crees que te habría hecho pasar por ese trago a ti o a mi familia, sólo para castigarla a ella?
-¿Quieres decir que no tenías pensado?
-Nunca.
-Pero yo creí que hablabas en serio. Me asustaste.
Peter sonrió, como un gato cuando le acarician.
-¿Cómo has podido hacerme eso a mí? -le recriminó, furiosa.
-En aquel momento, por placer -admitió Peter-. Al fin y al cabo estabas protegiendo a una mujer que se puede meter en un río lleno de pirañas y salir viva de él. ¿Nunca se te ha ocurrido pensar que yo... ?
-¿Tú? -repitió Lali, furiosa por la referencia ofensiva que había hecho de su madre.
Peter estiró un brazo y la abrazó, cuando ella se acercó a él.
-Piensalo bien -le aconsejó, con ojos burlones que emitían destellos esmeralda cuando miraban su rostro-. El pobre Peter tiene que cargar con una mujer que es una estafadora y que puede estar embarazada. Toda una pesadilla.
-Pero yo no soy una estafadora -se defendió ella, aplastando sus pechos contra el cuerpo de Peter.
-Hmmm... -suspiró Peter, acercando su miembro en erección a su cuerpo.
-No, Peter... nos vamos a divorciar -le recordó Lali.
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