Peter apoyó la cabeza en la almohada y se quedó mirándola fijamente.
-Esa fijación que tienes por el divorcio está empezando a preocuparme. Tan sólo hemos gastado tres días de las tres semanas que hemos acordado estar juntos. Los amigos también se divierten de vez en cuando.
-No... -contestó Lali, a pesar de que de forma involuntaria abrió las piernas y empezase a restregar su cuerpo contra el de él.
-Tendras que decirlo más fuerte y con más convicción -replicó Peter.
-Peter, por favor... -suplicó Lali.
-No, yo soy imparcial en este asunto -insistió Peter, subiéndole poco a poco el camisón-. Sólo un marido puede atreverse a hacer cosas sin ser invitado...
-¡Pero si eres mi marido!
Peter la abrazó y le pasó la punta de la lengua por sus labios.
-Aprendes con mucha rapidez... eres capaz de quitarme la respiración.
-Piénsalo... -estaba diciéndole Lali dos semanas más tarde-. Éste era el lugar donde enterraban a la gente en el año veintiocho antes de Jesucristo.
Peter observó el mausoleo situado en uno de los montículos cubiertos de maleza.
-Tienes que usar tu imaginación -le dijo Lali.
-Tú ya tienes suficiente por los dos -le dijo Peter sonriendo-. Tendrás que enseñarme a ver esta ciudad con nuevos ojos.
Lali apartó su mirada de él. Peter se acercó a ella y el corazón empezó a latirle con fuerza. Fingió estar concentrada en su guía turística. Era la única forma de protegerse de sus encantos durante el día. Las noches eran otra cosa. Las noches eran momentos eróticos y cargados de pasión. Era como si estuvieran de luna de miel.
Peter le había demostrado su convencimiento de que estaba embarazada. No había mencionado ese tema, pero por su comportamiento estaba claro de que si lo estuviera, no se divorciarían. El problema era que si no estaba embarazada, no sabía cómo iba a reaccionar.
Un fotógrafo amigo personal de Peter había ido a Villa Fontana a inmortalizarlos juntos para la posteridad. Enviaron una de las fotografías a una revista. Lali aparecía con un nuevo anillo de boda, que él le había regalado días antes.
-Supongo que me lo tendré que poner, porque si no, no se lo van a creer -había manifestado en su momento.
-Te lo regalo porque eres mi esposa -le había contestado Peter.
De vuelta al presente, Lali continuó buscando en su guía turística una nueva ruina que visitar.
-Creo que ya no nos queda nada por ver -comentó Peter-. No creo que nos quede nada más por hacer en Roma.
-Si te aburres, no tienes más que decirlo.
-Yo no me aburro contigo.
-Ese es un comentarIo bastante halagador...
En el trayecto de vuelta a la villa, Lali sintió una punzada en el bajo vientre. No tardó mucho en darse cuenta de lo que aquella sensación significaba. Miró a Peter, con la cara blanca como la cal. No estaba embarazada. Tenía que decírselo cuanto antes, por mucho que temiera que al enterarse no habría ningún impedimento para que se
separaran. Al poco tiempo llegaron a la mansión y cuando se bajó del coche, Peter le preguntó: -¿Qué te pasa?
-¡Nada! -gritó ella, saliendo corriendo hacia su habitación. Cuando llegó, se metió en el cuarto de baño y echó la llave.
mas
ReplyDeleteotroooooooo
ReplyDeleteMaass 😍
ReplyDelete