Monday, September 7, 2015

capitulo 65

-Bueno, pásatelo bien -le interrumpió Lali, antes de que él la convenciera de hacer una locura. Suspiró hondo y se despreció a sí misma, por no decirle a Peter lo que tenía que decir. Tenía todo el derecho de conocer que no estaba embarazada-. Ah sí, por cierto -añadió-. No estoy embarazada.
El silencio retumbaba en sus oídos como si fueran tambores.
-¿No crees que es maravilloso? -le preguntó Lali, con lágrimas en los ojos-. Supongo que te sentirás más aliviado con la noticia. Ya lo comentaremos más cuando vuelvas.  Lali colgó el teléfono inalámbrico. Una vez aclarado aquel asunto, se sintió un poco mejor. Decírselo por teléfono había sido lo mejor. De esa manera, los dos habían tenido la ocasión para dar rienda suelta a sus sentimientos en privado.
A ella le quedaban dos días para relajarse y ordenar sus pensamientos. Llamaría a información para ver cuándo llegaba su vuelo, y se iría a recibirlo al aeropuerto. Estaba decidida a mostrarse cariñosa y alegre. No iba a hacer un drama, ni a derramar una lágrima cuando discutieran la cuestión del divorcio. Y al día siguiente se iría a Londres.
Al día siguiente, de madrugada, Lali empezó a preocuparse por el estado en que se encontraba. Todavía no le había bajado la regla. Además, los pechos se le habían hinchado. ¿Y si se había precipitado en comunicarle a Peter las noticias?
Más tarde, durante ese mismo día, Lali no había recibido aún confirmación del estado en que se encontraba. Mario, el conductor de Peter, la llevaba en coche por las calles de Anguillara, una ciudad medieval. Lali compró en una farmacia una prueba de embarazo. Cuando vio que la prueba daba positivo, se quedó conmocionada. ¿Cómo iba a decírselo a Peter?
A la mañana siguiente, que era el día que tenía que regresar Peter, Lali se empezó a preocupar por el dolor que empezó a sentir en el vientre. Preocupada por el niño que ya sentía que tenía en su vientre, se fue a ver a un médico en Bracciano. El médico le confirmó los resultados de la prueba del embarazo.
El médico también la tranquilizó, diciéndole que durante los primeros meses de embarazo era normal que sintiese cosas extrañas en su cuerpo, porque todo su sistema hormonal se estaba transformando. Cuando salió de la consulta, Lali se fue de compras. Se compró un vestido amarillo y unos zapatos haciendo juego.
A las tres de la tarde, llegó en una limusina al aeropuerto de Fiumicino, a recibir a Peter, que venía en su avión privado. Lo podría haber esperado en casa, pero prefirió ver en persona el efecto que había tenido en él la noticia que le había dado por teléfono. Si aparecía contento como un chiquillo, sería todo un reto desencantarlo.
Pero de una cosa estaba segura, de que no podía ocultárselo a Peter, ni que tampoco estarían obligados a seguir casados sólo porque iban a tener un hijo. No sería justo, para ninguno de los dos.
Lali lo observó salir del avión. A su lado iba una rubia impresionante, con un traje color rosa. ¿Sería la azafata? No, la azafata estaba en la puerta de salida. A continuación salió Peter, tan guapo como siempre. Llevaba algo bajo el brazo.
La rubia lo esperó ya en la pista. ¿Sería una ejecutiva del banco? ¿Su secretaria? Mientras caminaban por la pista, los dos mantuvieron una animada conversación. Lali no pudo evitar el ataque de celos. Gotas de sudor aparecieron en su frente.
-¿Quién es esa mujer? -le preguntó al conductor, que estaba a unos pasos de ella.
-Mellina Bucelli, señora -respondió, sorprendido ante aquella pregunta.

2 comments: