Friday, February 5, 2016
capitulo 10
-¡Ahí viene mi autobús!
-Me temo que tendremos que ir a la comisaría a aclarar esta cuestión -informó el policía,
mientras enviaba la matrícula de Peter por radio.
-¡Aclárala tú! -ordenó Peter con frialdad. Lali pestañeó y se le subieron los colores.
-Ah, lo que usted cree es que... por Dios hombre, ¿Cómo iba a querer molestarme de esa
manera? Quiero decir... nunca se le ocurriría mirarme de esa forma...
-Entonces, ¿Qué hacía el caballero? -preguntó el policía con cansada paciencia.
-Quería llevarme a casa, pero no nos poníamos de acuerdo -explicó Lali, tan avergonzada
que no se atrevía a mirar a ninguno de los dos ¿el policía creía que Peter la perseguía con
intenciones deshonestas?
-Y ahora va a ser sensata y meterse en el coche -dijo Peter con determinacíón.
Lali dio la vuelta al coche y entró en él.
-No es culpa mía que el policía creyese que me estabas haciéndo proposiciones -murmuró,
avergonzada.
-Lo que pensaba es que yo era tu chulo -afirmó Peter, furioso.
Lali se sentó en el lujoso asiento, decidiendo que lo mejor era callarse. Coche lujoso, traje
lujoso... en esta zona en especial, era lógico que el poli sospechara.
-¿Cómo te atreves a hacerme pasar semejante vergüenza? -masculló Peter, arrancando el
coche.
-Perdón, pero me estabas molestando.
-¿Yo...molestandote a... ti?
Lali reflexionó adormilada que no era extraño que le resultase difícil de aceptar. Estaba
acostumbrado que lodo el mundo le lamiera los zapatos, comenzando por las mujeres, a
quienes él consideraba juguetes de usar y tirar, inmediatamente reemplazados por otros
nuevos y mejores.
Peter la sacudió para despertarla.
-Las mujeres no se suelen dormir en mi compañía.
-No me gustas -murmuró Lali semi dormida despertando de golpe al oír sus propias palabras.
-Mejor, así no se te ocurrirán ideas raras cuando estemos en España, ¿no?
-No me voy a España.
-Entonces le podrás mandar a Alejo simpáticas postales de la cárcel que pongan: «Me alegro
de que no estés aquí»
-Quizás debiéramos discutirlo un poco -dijo Lali con voz trémula, el estómago hecho un nudo.
-Me parece que sí, porque una patrona enfurecida apareció cuando golpeé la puerta de tu
apartamento y un perro se puso a ladrar enfurecido.
-¡Oh, no! -dijo Lali horrorizada-. ¡Oyó a Spike y ahora sabe que está allí!
-Y como no se permiten animales... -Peter exhaló un exagerado suspiro-. Me parece que será
cuestión de deshacerte del perro o buscarte otro apartamento,
-¿Por qué habrás golpeado la puerta? El pobre Spike estará muerto de miedo. Normalmente es
de lo más silencioso.
-Me parece que España te llama -susurró Peter-. La vida podría ser tan distinta... sin deudas...
sin jueces desagradables... Alejo feliz como un niño con zapatos nuevos y tú feliz sabiendo
que le das la mejor noticia de su vida. ¿Te parece mal? No creo que algo que le pueda causar
placer a Alejo en este difícil momento de su vida pueda estar mal.
Se lo quedó mirando como hipnotizada. Era tan inteligente, tan listo al encontrar el momento
preciso para decir las cosas. Ahí estaba ella, a punto de que le echaran a la calle porque
deshacerse de Spike era impensable, y una versión viva y coleando del diablo le presentaba la
tentación sin atisbo de vergüenza.
-No podría...
-Claro que podrías -la contradijo Peter suavemente-. Podrías hacerlo por Alejo.
Los labios le temblaron al pensar que nunca, nunca más vería a Alejo.
-Mi perro, Spike...
-Tu perro puede venir también. Te llevas lo imprescindible y mandaré a alguien para que recoja
el resto mañana.
Peter se bajó del coche y dio la vuelta para abrirle la portezuela.
-¡Venga -urgió.
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