Saturday, February 6, 2016
capitulo 12
-No te quedes ahí -dijo Peter, que llevaba un traje oscuro- Gilda me ha hecho el favor de
ocuparse personalmente de ti.
La morena la estudió con ojos críticos mientras se aproximaba. Peter se giró también y sus
cejas se arquearon al verle el aspecto.
-¿No tenías nada más adecuado que ponerte?
-Lali probablemente se sienta incómoda con ropa más insinuante. Lo he visto otras veces. Por
suerte la dieta y el ejercicio pueden hacer milagros...
-Mirad, no soy una cosa sobre la que podáis discutir como si no existiese...
-Ya te mandaré un equipo -dijo César, sus oscuros rasgos con expresión distante mientras se
retiraba.
Gilda la evaluó de la cabeza a los pies con sus ojos azules y acuosos y sin pensar lo que
hacía, Lali corrió tras Peter. De repente, sentía que era su único amigo.
-¡Peter! -lo alcanzó en la puerta y susurró- Peter, ésa no es una mujer normal. De costado es
como una tabla. No sabía que alguien podía ser tan flaco sin morirse. Por supuesto que le debo
parecer enorme, pero yo no puedo evitar haber nacido así.
Después de una pausa atónita, Peter echó la cabeza hacia atrás y estalló en carcajadas.
-No le veo la gracia -dijo Lali mortificada-. Cuando me dijiste que tenía que trabajar duro no
mencionaste ni la dieta ni que me pondrías a cargo de un bicho palo. ¿Has visto cómo me ha
mirado? Como si yo fuese un elefante.
Peter se apoyó contra la pared tratando de contener las carcajadas.
-Es el trato, Lali. Gilda es famosa por sus resultados.
-Tengo hambre -murmuró Lali, pero se dio cuenta de que no le podía quitar los ojos de
encima. Al relajársele la cara con la risa y perder el aura de superioridad que siempre lo
rodeaba, era otro hombre. Tenía una atractivo increíble, reconoció, mirando incómoda la pared.
-Mala suerte. Si no se sufre, no se gana.
-¿Alguna vez has estado a dieta?
-No lo necesito. Soy demasiado disciplinado para cometer excesos.
Lali retiró la mirada del perfil digno de un escultor griego y miró al suelo.
-¡No hagas eso, siempre me enerva! ¡Mírame cuando te hablo!
La sorprendió que se hubiese dado cuenta de que nunca lo miraba a los ojos, pero levantó la
vista y la pétrea mandíbula se relajó un poco antes de que Peter que diera vuelta para irse.
-Lali... mejor será que empecemos -llamó Gilda Stevens-. Comenzaremos por pesarte.
-Hasta mañana -dijo Gilda.
Boca abajo en la colchoneta, cubierta de sudor, Lali trató de asentir con la cabeza, pero ni
pudo hacer ese movimiento.
-Estás fuera de forma -suspiró su verdugo mientras se iba-. Pero ahora que te he dado los
ejercicios, podrás seguir por tu cuenta todos los días.
Todos los días. Lali contuvo un quejido, pero se forzó a sonreír agradecida. Gilda era dura y
no tenía ni un ápice de sentido del humór, pero había trabajado con ella incansablemente para
conseguir que hiciese todos los ejercicios con corrección. Horriblemente incansable.
Al quedarse sola,Lali se quedó dormida, pero unos pasos la despertaron. Levantó la cabeza
y vio los brillantes zapatos de Fisher.
-¿Dónde quiere comer?
-Aquí está bien.
Le puso la bandeja en el suelo. Un plato lleno de ensalada verde y verduras crudas apareció a
su lado.
-Nunca me ha gustado la ensalada.
-Es una dieta desintoxicante, creo -comentó Fisher-. A media tarde le toca un pomelo entero.
La papilas gustativas de Lali tuvieron un escalofrío, pero tenía tanta hambre que mordisqueó
un tallo de apio.
-Me gustan los carbohidratos, la pasta, la carne, la tarta de chocolate...
Un par de zapatos italianos hechos a mano apareció en su campo visual.
-Pero no puedes hacer trampa.
-Pensé que estabas en el banco -dijo Lali acusadoramente.
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