Saturday, February 6, 2016

capitulo 13

-Mi intención es controlar este proyecto. Y por suerte he venido, porque Gilda se ha ido y aquí estás, tirada sin hacer nada como si estuvieras de vacaciones. -¡Me siento tan débil que no me puedo mover! Peter se puso de cuclillas a su lado con agilidad. -He mirado tu examen médico del banco. Estás en perfectas condiciones físicas. No hay motivos por los que no puedas seguir un programa para ponerte en forma -los verdes ojos la asaltaron como un choque frontal-. ¿Por qué no te pusiste la ropa que te mandé? Parecía todo tan pequeño que no le había dado la gana hacer el esfuerzo de ponérselo frente a Gilda. -Necesito comer para tener energía. Peter le dirigió una fría mirada de reproche. -Tienes la actitud equivocada. Antes de empezar, ya te das por vencida, y por eso, ni lo intentas. -Seguiré el programa... ¿Vale? -No, no me vale. Quiero que te comprometas un ciento cinco por ciento -Peter la estudió con intensidad fulminante, la mandíbula rígida-. Recuerda lo que esto me cuesta. La suma total de tus deudas era considerable. Si no lo has entendido hasta ahora, entiéndelo de una vez. Te lo tienes que ganar. Lali palideció y no pudo sostenerle la mirada. -Yo... Yo... -Si empiezas a flaquear, me tendrás aquí tomándote el tiempo. Y si te parece que Gilda es dura, es que no sabes lo que es bueno. -¡Qué alegría verte! -exclamó Benjamin esa tarde, levantándole la moral cuando llegó a su casa. Tímidamente se retiró el flequillo de los ojos y le sonrió. Alto, delgado y rubio, Benjamin respondió con un amistoso puñetazo en el hombro y le mostró la cocina. -Unos amigos se quedaron un par de días. ¡Mira qué desastre me han dejado! -se quejó. -Te lo arreglo en un periquete -le dijo Lali con entusiasmo. Cuando salía,Benjamin la miró y frunció las cejas. Haciendo una pausa en la puerta, la miró. -¿Te has hecho algo en el pelo o cambiado el maquillaje? -No, no llevo maquillaje -se envaró Lali. -Debe ser el color de tus mejillas. Casi diría que estás bonita. Benjamin meneó su elegante cabeza, como sorprendido por haber hecho tal descubrimiento y se fue, dejándola que se ocupara de las montañas de platos sucios que se apilaban en todas las superficies posibles. Casi bonita. El primer cumplido que Benjamin se dignaba a hacerle. Dixie se quedó en el centro de la mugrienta cocina con una expresión soñadora en la cara. Quizás la dieta desintoxicante ya empezaba a funcionar si Benjamin por fin se había dado cuenta de que era una mujer... Sintiéndose como alguien con una misión que transformaría su vida, Lali se juró estar en el gimnasio a primera hora la mañana siguiente. Canturreando alegremente, lavó los platos, fregó el suelo y limpió el fogón. -¡No sé cómo lo logras! -exclamó Benjamin apreciativo mientras se ponía la chaqueta del elegante traje-. ¿Qué haría sin ti, Lali? Lali esbozó una sonrisa radiante. -Me voy, pero no es necesario que te des prisa -le aseguró Benjamin-. Y si encuentras un minuto para pasar la aspiradora en el salón, te lo agradecería. -No hay problema -se apresuró a decirle-. ¿Ya funciona la lavadora? -No. El técnico viene el miércoles. Lali lo siguió hasta la puerta de entrada con aspecto de estar pisando suelo sagrado. -¿Una cita? -preguntó con estudiada indiferencia. -Sí. Es guapísima -rió Benjamin-. ¡Hasta luego, Lali! Lali llegó a la imponente casa de Peter después de las diez, porque no quiso irse del apartamento de Benjamin sin haber antes lustrado todos los muebles y aspirado cada centímetro de la alfombra. Tocó el timbre y respondió al saludo de Fisher con una sonrisa ausente antes de dirigirse a su habitación.

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