Saturday, February 6, 2016
capitulo 15
Anchos hombros morenos, delgados músculos
flexionándose bajo la suave piel, un magnífico torso con vello rizado sombreándole apenas los
pectorales y un estómago duro y plano como una tabla. Una ola de extraño calor se inició en el
estómago de Lali y bajó hacia un sitio infinitamente más íntimo. La boca se le quedó seca y
no sabía lo que le pasaba. Asustada por su aparición y muerta de vergüenza porque la había
pillado, Lali abrió la boca para explicarse, pero un sollozo ahogado se escapó de sus labios.
-¡Porca miseria! No puede ser que tengas tanta hambre.
Lali se levantó del suelo y se enderezó, dispuesta a irse, e intentando dominar sus
emociones. No supo interpretar el silencio que siguió, sólo se lo imaginó conteniendo la lengua
para no hacerla llorar. Nunca había sido una llorona, pero él siempre la hacía sentirse rara,
inútil y boba.
-¡Madre di Dio! -pronunció Peter con incredulidad- ¡Tienes un cuerpo digno de las
páginas centrales de una revista para hombres!
Lali se quedó tan sorprendida, que se giró a mirarlo y conectó con los atónitos ojos verdes,
ocupados en una valoración íntima de su cuerpo semi vestido. Al darse cuenta de que sólo
llevaba un ajustado pijama de pantalón corto, Lali enrojeció ante el escrutinio tan atrevido y
cruzó los brazos.
-¡No! -exclamó Peter, hipnotizado por la orgullosa curva de los generosos pechos que la
camiseta de algodón revelaba claramente.
Su mirada se detuvo en la pequeñísima cintura, y pareció resultarle imposible mantener la
distancia, porque dio dos pasos y se acercó, haciéndola darse vuelta con una mano
impaciente. Como alguien a quien le resulta imposible creer lo que ve, observó la femenina
curva de sus caderas y la sorprendente longitud de sus torneadas piernas.
-Suponía que eras gorda. Pensé que escondías multitud de pecados bajo esas ropas informes.
¡Ni sabía que tenías cintura! Y Dio, todo el tiempo, todo el tiempo -repitió Peter con voz
ahogada- lo que cubrían era unas curvas de las que hacen fantasear a los adolescentes por la
noche.
-¡No sé de qué estás hablando! -se soltó Lali y se tapó con los brazos, convencida de que le
estaba tomando el pelo. Pero era evidente por la expresión de sus ojos que no la consideraba
tan gorda como había creído en un principio.
-Es evidente que no lo sabes -respondió Peter, la expresión de sus ojos indescifrable mientras
la seguía rnirando-. Y, como obviamente no tienes ni idea de cómo sacarle provecho, yo sí.
Nos iremos a España dentro de unos días.
-¿Unos días? -repitió Lali como un loro-. Pero eso no me da tiempo para...
-No necesitas tiempo. Lo único que necesitas es la ropa adecuada y que te arreglen esa
melena descuidada que tienes.
Peter caminó con su habitual gracia hacia la nevera, abrió la puerta de par en par y le echó a
Lali una mirada satírica.
-¡Come lo que quieras! Y tranquila con el ejercicio. Conserva tu potencial. Le sacaré provecho
a cada delicioso centímetro de tu cuerpo.
Peter se fue después de hacer la invitación, exudando las olas de la satisfacción que
reservaba para cerrar un buen contrato.
¿Cada delicioso centímetro? Incapaz de creérselo, Lali se miró el abundante busto, que tanta
mortificación le había causado en la adolescencia. Muriel, su madrastra, y Petra eran delgadas
y de busto pequeño. Ambas la habían convencido de que tenía que esconder sus generosas
curvas.
Y en el colegio, los comentarios crueles de las chicas y groseros de los muchachos habían
devastado la confianza en su propio cuerpo. Su silueta de reloj de arena, llena de sensuales
redondeces, había sido ridiculizada hasta hartarla, haciéndola llegar a casa llorando
muchísimas veces.
Muriel le había comprado una sudadera enorme que le llegaba hasta las caderas y disimulaba
el tamaño de sus pechos. Desde entonces, Lali se vestía de esa manera.
Y sin embargo, Peter la había mirado con mal disimulado aprecio. No, no es que
fuese algo personal, se corrigió, sino que había dicho que tenía el tipo de curvas que les gustan
a los adolescentes, lo cual no era ninguna novedad. Su juicio había sido objetivo. Pero lo que
ella siempre había considerado una gran desventaja, por algún motive Peter pensaba que era
un mérito.
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