Monday, February 8, 2016
capitulo 20
-Trabajamos juntos. Me dijo que usase su piso mientras él está en Nueva York.
-¿Nueva York? -dijo Lali en tono tembloroso, segura de haber oído mal.
-Un traslado temporal. Se lo ofrecieron ayer. Una oportunidad como ésa no se puede
desperdiciar, así que se fue esta mañana.
-¿Cuánto tiempo crees que estará fuera? -preguntó Lali, azorada.
-Creo que un par de meses.
-El señor Lanzani la espera -informó Fisher con urgencia contenida.
Lali acomodó a Spike en su canasta con los ojos llenos de lágrimas.
-La cocinera se llevará a Spike .a la cocina todos los días. A ella no le tiene miedo -le dijo el
mayordomo amablemente-. Si nos deja, lo mimaremos todo lo posible.
Asintió sin hablar, por temor a que se le escaparan las lágrimas. Miró la pecera, donde Peter y
su compañera Milly nadaban cada uno en su territorio. Un poco como ella y Peter, pensó con
tristeza. Vivía en su casa pero apenas si lo veía.
-Llevaré la pecera a la cocina también -prometió Fisher.
-Les hablo todos los días.
-La cocinera habla como una cotorra, no se preocupe.
Peter se paseaba por la entrada impaciente, elegante con su traje ligero. La miró con brillantes
ojos interrogantes.
-Perdona por hacerte esperar. Peter se tomó su tiempo mirándola y Lali se alisó nerviosa la falda de su moderno vestido
verde.
-¿Qué le has hecho?
-Le he alargado el bajo. Necesitaba algo con que ocuparme anoche. A Benjamin lo han enviado a
Nueva York por un tiempo... ni siquiera le pude decir adiós.
-La pequeñas crueldades de la vida refuerzan el carácter -dijo Peter con sorprendente falta de
consideración, guiándola hacia la puerta de salida-. Ahora, cuando estés en España, no
tendrás la distracción de pensar que Benjamin se ha quedado en Londres.
-Supongo que no... Y es una gran oportunidad para él. Su jefe lo ha de tener en gran estima, si
le ofrece una oportunidad así -comentó, esbozando una valerosa sonrisa.
Una vez en la limusina Peter se dio vuelta hacia ella.
-Tienes sombra verde en un ojo y azul en el otro.
-¿Se nota?
-Mucho.
Lali asintió, tomó un pañuelo de papel y se quitó la sombra sin mirarse al espejo. Luego sacó
una novela y se puso a leer. La idea se le había ocurrido la noche anterior. Si metía la nariz en
un libro, no lo forzaría a hablar con ella.
Una hora y media más tarde subía por las escalerillas de su jet privado sin tratar de disimular
su excitación.
-Nunca he viajado en avión -le comentó a la azafata- ¡Tampoco he estado en el extranjero!
-¡Siéntate y compórtate como una adulta! -le ladró Peter en el oído por detrás.
Enrojeciendo, Lali se dejó caer en el asiento más próximo.
-Tú te sientas conmigo -dijo Peter con aspecto de estar haciendo un esfuerzo por controlarse.
Lali se preguntó qué habría hecho mal. No le había hablado ni una vez, y había supuesto que
él estaría encantado de poder olvidar que ella existía. Charló amigablemente con el chófer y
con esa señora tan agradable en el aeropuerto. Y en vez de apreciar que no lo obligase a salir
de su reserva natural, Peter se había ido poniendo más y más tenso.
-¿Por qué te molestas?
-Te haces amiga de todo el mundo. No tienes ni dignidad ni escrúpulos. Le contaste al chófer lo
de Benjamin...
-Y él me contó del divorcio de su hija.
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