Monday, February 1, 2016
capitulo 73
Cuando las puertas se abrieron pensó por un momento que se había equivocado de
piso. Habían retirado todos aquellos horribles muebles futuristas, y, en su lugar,
habían colocado preciosos muebles antiguos y cálidas alfombras. En la terraza habían
instalado barreras protectoras y además, por si aún no se atreviera a salir a respirar
aire fresco, habían construido un amplio invernadero.
Aunque era evidente que no se había reparado en gastos para redecorar aquel
lugar a su gusto, lejos de sentirse complacida, Lali estaba a punto de estallar en
lágrimas. Peter se había tomado tantas molestias solamente para asegurarse de que,
tal y como había dispuesto, vivieran separados. A sus ojos, aquel esplendor no bastaba
para consolarla de semejante humillación.
La joven pasó el resto de la tarde ordenando su guardarropa, y cuando lo hubo
hecho buscó las dos hojas con la lista de defectos de Peter que se había convertido
en una especie de talismán. Cuando se sentía furiosa, o le echaba de menos, volvía a
leerla de cabo a rabo para recordarse que, aunque ella estuviera lejos de ser perfecta,
él tampoco lo era. Soprendentemente, haciendo aquel insólito ejercicio se sentía un
poco cerca de él.
¿Cuánto tiempo pasaría antes de que se enterara de su regreso?, reflexionó
mientras se relajaba en un baño de espuma. Deseaba lIamarlo con todas sus fuerzas,
pero sabía que no era eso lo que se esperaba de la perfecta amante, no podía ser
indiscreta. Se puso un camisón corto de seda azul y se acostó en la enorme cama del
dormitorio principal.
Aunque no oyó el ruido del ascensor, se incorporó sobresaltada al escuchar unos
pasos que se dirigían al dormitorio.
Se abrió la puerta y Peter apareció en el umbral. Estaba tan atractivo con
aquel esmoquin, la pajarita suelta y la camisa medio desabrochada que Lali sintió que
el corazón se le paralizaba.
Peter se quedó clavado en el umbral, con los puños apretados, respirando
agitadamente; ella se recostó sobre las almohadas, mirándolo tan tranquila como si le
hubiera estado esperando.
-¡Has venido a verme en cuanto he regresado! -le saludó alegremente-. ¡Qué
agradable sorpresa!
El animoso saludo de Lali dejó a Peter desconcertado. Parpadeó, como si no
creyera lo que estaba viendo, por no hablar de lo que acababa de oír.
Lali había aprendido de él valiosas lecciones, y las puso en práctica. Se inclinó
hacia delante, sacudió su preciosa melena rubia y se estiró, de manera que ni un sólo
centímetro de su seductor camisón, que marcaba sus voluptuosas curvas, escapara a
sus ojos.
-¿Qué te parece? -preguntó animadamente-. Lo he comprado en...
Peter no podía apartar la vista de ella, incrédulo.
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