UN EQUIPO había volado a Nápoles para poner al día a Peter sobre su última adquisición: Venstar.
El ambiente estaba cargado, pues todos los directivos de la empresa creían que su puesto estaba en entredicho. Era por todos conocida la dureza de Peter Lanzani en el mundo de los negocios.
—Esto le ayudará a reconocer las caras de los demás cuadros directivos cuando venga a visitarnos —dijo uno de los presentes entregándole con una risa nerviosa un documento en el que figuraban todas las fotografías del personal.
Peter Lanzani observó el documento. Sólo había una mujer y se fijó en ella al instante porque no quedaba bien en aquella fotografía. Era muy alta, parecía una tímida jirafa, y llevaba gafas.
Sin embargo, lo que llamó la atención de Peter fue su melena rizada que parecía necesitar un buen cepillado. También notó que le faltaba un botón en la chaqueta y el bajo de una de las perneras del pantalón estaba descosido.
Se estremeció. El era el epítome de la elegancia y no toleraba que los que trabajaban para él fueran mal vestidos.
— ¿Quién es esta mujer? —preguntó.
— ¿Qué mujer?
Peter la señaló en la fotografía.
— ¡Ah, Lali! —exclamó un ejecutivo—. Lali es la adjunta del director financiero...
—Su cerebro es como una calculadora y sólo piensa en trabajar —apuntó otro—. Hace tres años que no se toma vacaciones...
—Eso no es sano —comentó Peter con desaprobación—. Los empleados estresados y cansados no rinden bien. Esta señorita va a tener que irse de vacaciones y quiero que el departamento de recursos humanos hable con ella porque no me gusta el aspecto descuidado que tiene.
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