Friday, May 1, 2015

capitulo 51

—¿Ah, sí?
—Este niño ha sido cosa del destino.
—No me vengas con sensiblerías —replicó él, su acento tan pronunciado, que casi no entendió sus palabras.
Se inclinó para tomar una botella de agua de la nevera y bebió un largo trago. Mientras se secaba la boca, Lali se percató de que le temblaban las manos. Estaba tan nervioso como ella, aunque quisiera disimularlo.
—Quizá debería irme. Te he dicho lo que he venido a decirte y supongo que querrás pensarlo...
—No quería levantarte la voz —dijo Peter entonces. Lo último que deseaba era quedarse a solas después de recibir esa noticia—. Siéntate.
—Pero vas a ducharte...
—Siéntate —repitió él—. Por favor.
—Aquí hace calor —murmuró Lali, empezando a desabrochar su abrigo.
—¡No te lo quites! —exclamó Peter, como si le hubiera amenazado con quitárselo y pasear desnuda por el gimnasio.
Se estaba portando como un tonto, pensó. Abrumado, decidió que una ducha fría aliviaría la tensión. Lali estaba embarazada y un hombre honorable no perdía los nervios con una mujer en su estado.
—Dame cinco minutos. Vuelvo enseguida.
Lali se sentó en uno de los bancos de madera, un poco más calmada. Entendía que quisiera estar solo aunque fuera unos segundos para pensar en lo que acababa de contarle. Sabía que a Peter  no le gustaban las sorpresas, todo lo contrario; su vida estaba perfectamente ordenada y organizada. Nunca habían hablado de tener hijos, por supuesto. Era posible que no le gustasen los niños. Y aunque no fuera así, podría no querer saber nada del suyo.
Peter se quitó los pantalones cortos y entró en la ducha. Lali apartó la mirada al verlo desnudo. Seguía siendo magníficamente masculino, con la espalda ancha, el torso cubierto de vello oscuro, los muslos poderosos...
En las actuales circunstancias, su falta de inhibición era una señal de que estaba nervioso.
Pero, sin querer, Lali recordó los momentos felices... y lo desesperadamente frágil que era la felicidad, se dijo a sí misma.
Cinco minutos después, Peter salía de la ducha y, después de secarse, se puso un traje azul marino. Exquisitamente cortado, seguramente hecho a medida, era de diseño italiano. Tenía aspecto de millonario, algo que jamás había querido disimular, por supuesto.
—Dime... ¿qué es lo que quieres de mí? —le preguntó al fin, abriendo la puerta del vestuario y dejándola pasar delante de él.
—No quiero nada. Sólo quería contártelo porque creo que tienes derecho a saberlo.
—Gracias por la consideración. No me habría gustado enterarme por otra persona. ¿Cómo ha reaccionado Gaston?
—¿Gaston? Él no lo sabe todavía. No sé cómo decírselo...
—¿Y me lo has contado a mí antes? —la interrumpió Peter.
—¿A quién si no? ¿Qué tiene que ver Gaston con esto?
—Él es el padre de tu hijo.
Lali se detuvo, incrédula.

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