Lali apretó los puños cuando pensó en la posibilidad de perderlo y no volverlo a ver. Se separarían y sería como si las últimas dos semanas nunca hubieran existido. El miedo a no poder controlar sus emociones la impulsó a decir:
-Pero eso no importa ahora. Ya no tenemos que fingir ante nadie. Podemos divorciarnos.
-Pero yo no quiero divorciarme -contestó Peter.
-Yo no voy a seguir casada contigo sólo porque mi padre te lo pidió. Me voy a hacer las maletas.
Salió de la habitación y subió las escaleras como si la estuvieran persiguiendo.
-¿Lali... ? -oyó una voz detrás de ella.
-Yo no me voy a quedar contigo sólo porque me lo pase bien en la cama -lo acusó, antes de que pudiera seguir hablando.
Peter cerró la puerta de un portazo y se apoyó en ella, su cuerpo rígido de la tensión.
-Pero esa atracción podría ser un principio, un cimiento...
-Anoche me dijiste que me gustaba vengarme y me llamaste perra -le recordó.
-Pero no fue eso lo que quise decir. Yo estaba... -apretó los dientes-. Yo estaba...
-¿Qué? -exigió Lali.
-Dolido... ¡Me sentí como si me estuvieran arrancando las entrañas! -lo dijo con tal emoción, que Lali guardó silencio-. ¿Cómo te habrías sentido tú? Cuando estaba empezando a sentirte más cerca de mí, me entero que no eres la persona que yo pensaba que eras...
-¿Y todavía piensas que soy una zorra?
-¡Claro que no! ¡Yo no quise decirte eso!
-Pues eso fue lo que dijiste -replicó Lali, levantándose y empezando a abrir algunos cajones.
-Anoche pensé que debías odiarme, y no tengo mucha práctica en expresar mis sentimientos. Yo ataco primero. No he podido pensar con claridad hasta esta mañana, pero cuando me levanté, tú habías desaparecido...
Lali no quiso mirarlo. Se limitó a seguir haciendo con su ropa una pila. Estaba claro que a ella no la amaba, pero que sí había amado y respetado a su padre.
De pronto, se oyó el sonido del móvil.
-¡Vamos, responde! -le dijo Lali.
Peter dijo unas palabras en griego y respondió. Lali escuchó la conversación, a pesar de no reconocer el idioma en el que estaba hablando. No era ni griego, ni francés. Pero en un momento determinado le oyó pronunciar la palabra «Euguenia» y sintió que los celos se apoderaban de ella. Se levantó, se acercó a él, le quitó el móvil de la mano y lo metió en una jarra de agua que había al lado de la cama.
-¡Habla con Euguenia cuando yo me haya ido, no ahora! -le gritó-. ¡Ojalá el marido de ella os pille a los dos y te pegue un tiro!
Cuando se dio la vuelta otra vez, temblando como una hoja agitada por el viento, el silencio que se produjo fue ensordecedor.
-Euguenia y yo lo dejamos hace años, pero somos amigos -comentó Peter, casi como si estuviera conversando-. Si dejé que Nicolas y Emilia pensaran que seguía saliendo con ella, fue porque no quería que me presentaran jóvenes casaderas cada vez que salía a cenar con ellos.
Lali parpadeó y suspiró hondo.
-Los dos querían verme casado. Pero yo no quería. Euguenia me sirvió de tapadera, para que ellos dejaran de organizarme citas.
Lali miró el móvil, al fondo de la jarra de agua.
-No debes tener celos de Euguenia. Lo nuestro terminó hace años.
-¡Yo no estoy celosa!
-Si tú lo dices... -le respondió Peter-. Pero no sé por qué siempre tengo que tranquilizarte cuando te hablo de otra mujer.
-Porque estaba fingiendo que soy tu esposa. Pero sólo estaba fingiendo.
-Pues si quieres, deja de fingir. Si te marchas, sentiré que mi vida ha dejado de tener sentido. Lali se pasó una mano por la cara y se dio la vuelta. La miraba con tal intensidad que su cuerpo se estremeció.
-Ya sé que todavía crees que estás enamorada de Nico -le dijo Peter-. Pero creo que lo podrás superar. No puedo hacerme a la idea de perderte. Lo intenté anoche y al final llegué
a la conclusión de que si te quedabas conmigo, todo lo demás dejaba de tener importancia para mí...
Lali se humedeció los labios y esperó, apretando los puños, para no salir disparada y arrojarse a sus brazos.
Peter tomó aire, como cuando un bañista se va a tirar de cabeza a una piscina.
-Estoy locamente enamorado de ti...
-Y yo no estoy enamorada de Nico. Yo también estoy enamorada de ti. Lo que no podía soportar era la idea de que siguieras casado conmigo sólo porque Nicolas era mi padre -le dijo, abrazándose a él y acariciándole los hombros.
Peter la abrazó con tal fuerza que casi la dejó sin respiración.
-¿No te diste cuenta anoche lo mucho que te quería? ¿Por qué crees que me emborraché?
-Nunca podría haberme imaginado que me quisieras tanto.
Peter le levantó la cabeza y la miró a los ojos para que viera que lo que estaba diciendo era verdad.
-La primera vez que te vi fue como pegarme contra una pared a doscientos kilómetros por hora. Casi me vuelvo loco cuando me enteré de que Nicolas y tú vivíais en la misma casa. Te quería sólo para mí.
-Es que te puse nervioso desde el principio -contestó Lali mientras le quitaba la corbata. -Pensaba en ti todo el tiempo, y empecé a imaginar excusas. ¿No te diste cuenta? -se apartó un poco y pudo quitarle la chaqueta. Cayó al suelo, y ninguno de los dos la miró, porque sólo tenían ojos para ellos.
-¿Excusas? -preguntó Lali, desabrochándole la camisa.
-Excusas que explicaran por qué te habías convertido en la amante de Nicolas.
-Como que Nico era una mala influencia, o que estaba enamorada de él y que por eso me fui con Nicolas -le recordó Lali mientras le quitaba la camisa-. Excusas para no acostarte conmigo.
-Pero no te diste cuenta -contestó Peter, mirándola a los ojos, mientras ella le desabrochaba el cinturón-. No podía creer que pudieras afectarme de esa manera. Además, estaba celoso de Nico. Nunca parabas de hablar de él. Cada vez que pensaba que había llegado a algún sitio en nuestra relación, él se metía en medio. -Es mi mejor amigo, y nunca ha habido nada más entre nosotros.
El cuerpo de Peter se estremeció cuando Lali empezó a demostrarle de forma más física su amor y afecto. Le habló de la hermana de Nico, Cande, y la experiencia tan desagradable que había tenido con un periodista que le gustaba.
Le acarició con la mano el pecho cubierto de vello, y también sus muslos, antes de terminar en su sexo. Peter se quejó cuando le puso la mano allí. Después la agarró entre sus brazos y la besó en la boca. Los dos cayeron en la cama. Peter le arrancó la ropa del cuerpo. Esa vez Lali colaboró.
Horas después, los dos estaban abrazados en un estado de mutua satisfacción.
-Tan sólo hay una cosa que no logro entender. ¿Por qué me dijo Vico que estabas hablando de conejos?
-Hay dos cajas de conejos en el piso de abajo.
-¿Cómo? -le preguntó Lali sorprendida.
-De esos conejos Sylvac que coleccionas. ¿Recuerdas que te rompí uno? La semana pasada hice una llamada por teléfono y compré la colección más cara de conejos de cerámica que existe en el mundo actualmente.
El rostro de Lali se iluminó con una sonrisa.
-Eres maravilloso, Peter. Debías de estar desesperado para querer impresionarme de esa manera.
-Eres muy diplomática,Lali -respondió, sonriendo-. Seré igual de despiadado. ¿Cuándo me vas a contar qué hago yo en tus fantasías?
-Si te lo digo, te asustarás.
-¿Te dije yo algo cuando me tiraste el teléfono al agua? -estiró el brazo, la agarró y la besó, hasta dejarla casi sin respiración. Lali suspiró de alegría y pensó lo mucho que le gustaría a Peter hacer de gánster. FIN
me encanto el final y los de los conejos mas tierno peter.
ReplyDeleteay termino no queria que terminara me gusto mucho=)
ReplyDeletehermoso final
ReplyDeleteme gusto mucho la nove y el final.
ReplyDelete=)
ReplyDeleteay que tierno peter comprandole todo esos conejitos para lali, bonito final
ReplyDeleteHermoso detalle de peter con los conejitos de ceramica, linda historia como todas las q he leido en este blog
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