Friday, May 15, 2015

capitulo 6

Lali comprendió la estupidez de su esperanza. Su padre nunca había echo nada para complacerla. Se había derrumbado ante la tumba de su madre, pero ese reflejo de humanidad quedaba eclipsado por los recuerdos del daño físico y mental que había infligido a una mujer incapaz de hacer daño a nadie.
—Te he encontrado un marido —anuncio Alejo.
La sorpresa casi hizo que Lali se tambaleara, y aunque se esforzó por no mostrar ninguna reacción, no pudo evitar un leve gemido estrangulado. ¿Por qué le había buscado un marido? Tenía que ser algo beneficioso para él. Se mordió la lengua, una sola pregunta o exclamación lo harían reaccionar como si hubiera sido una impertinente.
—Habla cuando te hablen —era una lección que Lali había aprendido bien en su infancia —. Una hija respetuosa no cuestiona las decisiones de su padre.
El silencio, como una losa, hizo que se pusiera aún más rígida, mientras espera a que el hablara de nuevo. La idea de un marido la dejaba anonadada, nunca se lo había planteado; sobre todo porque era consciente de su padre disfrutaba teniendo a su familia a su disposición, dependiendo de él en cuerpo y alma.
—Si Pablo no hubiera muerto —dijo el anciano refiriéndose a su hijo, que se había estrellado con su avioneta el año anterior—, ni se me hubiera pasado por la cabeza un matrimonio así para ti. Pero eres lo único que tengo y algún día heredaras Sociedades Esposito.
—Yo... ¿voy a ser su heredera? —susurro, aún mas asombrada por esta segunda noticia.
—¿Quién más hay? —soltó una risa sardónica—. Legalmente, eres mi hija, aunque no tengas una sola gota de sangre mía.
Ella estaba orgullosa de no ser una Esposito, sabiendo que no llevaba la lacra de sus genes, y se quedo paralizada, perdida en pensamientos frenéticos. No quería heredar Sociedades Esposito. Su gigantesco imperio de negocios era el monstruo que le había dado su poder incuestionable. La riqueza lo había echo intocable. Sin dudarlo, destruiría a todos lo que se le oponían y su esfera de influencia era casi infinita. Una y otra vez, la avaricia de los demás lo protegía, pues sobornaba a cualquiera que pudiera sacar a la luz sus corruptos negocios... o incluso lo que ocurría en su propia casa.
El labio superior de Lali se perlo de sudor. Su padre acababa de decirle que le había encontrado un esposo, desearía estar pensando en eso y no en otras cosas. Se sentia mareada, y escuchaba los latidos de su propio corazón como un martilleo en la cabeza.
De repente, comprendió por que no pensaba en que la iban a casar como si fuera una novia medieval, sin derecho a opinar. No servia para nada darle vueltas a algo que no podía cambiar. Si lo desafiaba la haría daño, no tenia ningún escrúpulo y
comenzaría a intimidarla en cuanto dijera una sola palabra de objeción. La había convertido en una cobarde, un despojo sin agallas para iniciar una lucha que sabía que no poda ganar.

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