Saturday, May 2, 2015

capitulo 71

—Sí, claro. Pero cuando cometí el error de recordarte que llevábamos dos años juntos, no te apeteció celebrarlo —le recordó ella—. Entonces no querías ningún compromiso conmigo...
—¡Todo ha cambiado desde entonces! —exclamó Peter, con los dientes apretados.
—Sí, claro que ha cambiado. Ha cambiado lo que pienso de ti. Además, no tienes que casarte conmigo porque esté embarazada.
—¿Y cómo vas a subsistir sin mí?
—Llevo mucho tiempo subsistiendo sin ti —contestó Lali.
—¿Piensas criar sola a mi hijo?
—¿Quieres decir que, si no me caso contigo, no harás frente a tus obligaciones como padre?
Peter dejó escapar un suspiro.
—Sólo un canalla haría eso —murmuró, tomando su mano—. Una vez te hice feliz, Lali... puedo hacerlo otra vez.
—Quizá, pero...
Impaciente, Peter la tomó por los hombros.
—¡Intenta encontrar este fuego con otro hombre! —exclamó, inclinando su arrogante cabeza para buscar sus labios. Pero no la besó con violencia, sino con ternura, con una ternura contenida y trémula que casi la emocionó.
Cuando se apartó, Lali estaba temblando. Conocía las cualidades de aquel hombre, y tenía muchas, pero también conocía sus defectos. Y antes de comprometerse a una vida con él debía estar muy segura de que iba a cambiar.
—No voy a casarme contigo, Peter. No hasta que me demuestres lo que debes demostrar.
Él frunció el ceño, inseguro. Sus planes se habían venido abajo. Se sentía desorientado, vacío, fracasado.
¿Habría ido demasiado aprisa? Él siempre iba deprisa, tomando decisiones a la velocidad del rayo... pero Lali no era así. Ella era mucho más reflexiva. Y una vez confió en su buen juicio... una vez, antes de que se convirtiera en un energúmeno.
Por primera vez, Peter entendió el daño que le había hecho. Era lógico que Lali no quisiera confiar en él.
Había puesto más esfuerzo en el marketing de aquella casa que en el de sí mismo. Pero, después de reconocer el problema, vio la solución y diseñó una nueva estrategia.
La sensación de estar desorientado desapareció. Sólo tenía que demostrarle que sería un marido perfecto y un padre fantástico.
—Compraré la casa esta misma tarde —le dijo con una de sus carismáticas sonrisas—. Puedes vivir aquí si quieres. Yo seguiré en mi dúplex de Londres. —¿Qué?
—Te propongo un trato... como amigos. Tú puedes vivir aquí, con nuestro hijo. Y yo prometo no exigir nada a cambio.
Lali se lo pensó un momento.
—¿Por qué?
—Porque vas a tener un hijo mío, pedi mu. Quiero saber que estás bien, que eres feliz... y sé que esta casa te haría feliz.

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