Friday, September 18, 2015

capitulo 13

Advirtió que él llevaba una pistola en la mano. Sintió un fuerte dolor en el tórax; costaba respirar. Hizo un esfuerzo por respirar. Joe cargó con ella como si de un saco se trata. Justo antes de perder el conocimiento, le oyó decir algo, pero no logró entender el sentido de sus palabras.
-Así que te gusta mi novia, ¿eh? Ya veréis la sorpresa que os vais a llevar los dos.
Su vista se nubló y perdió la consciencia. Unos segundos más tarde, su pasajero hizo lo mismo.

Peter fue el primero en recobrar el conocimiento.
Miró a su alrededor tratando de encontrar algún detalle que le fuera familiar. Se levantó de la cama sobre la que estaba acostado.
Observó a la mujer inconsciente que estaba al otro lado de la cama. Ya no llevaba puesta la gorra y un mechón de su cabello negro cubría parte de su frente. Su piel era blanca como la nieve. Parecía tan inocente... Pero no podía dejarse engañar por su aspecto. Peter sonrió para sí.
¡Qué distracción tan peligrosa había resultado ser Lali Esposito! Había caído en la trampa que le había tendido aquella mujer. Pero no encontraba una explicación a por qué había sido abandonada por sus compañeros de delito a merced de su víctima.
Lali comenzó a salir de su estupor. Le dolía todo el cuerpo. Además, aún con los ojos cerrados, advirtió que estaba acostada en una cama y que llevaba la ropa puesta, por lo que era evidente que algo no iba bien.
Abrió los ojos y se encontró en una habitación desconocida. Recordó que Joe la había atacado. Se llevó la mano al pecho y sintió una fuerte presión. Abrió la chaqueta del uniforme y se subió la camisa. Tenía una pequeña marca roja. No podía creer lo que había pasado. Parecía que le habían disparado algún dardo tranquilizador y por eso había estado inconsciente todo ese tiempo. Pero, ¿qué razón podía tener Joe para haber hecho eso? ¿Y Peter Lanzani? ¿Dónde estaba su pasajero?
Entre el horror y la sorpresa que sentía, llegó a la conclusión de que Joe era un maníaco y la había secuestrado por haberlo rechazado. Aquello la asustó y se levantó bruscamente. Se dio cuenta de que había perdido un zapato y se quitó el que llevaba puesto.
Descalza, se dirigió hacia la puerta abierta de la habitación. Lo que desde allí vio la dejó sin aliento y se quedó paralizada. Con la boca abierta, parpadeó repetidamente, adaptando una expresión de asombro.
A escasos cien metros de donde se encontraba, había una playa de aguas cristalinas. Ante aquel paisaje, Lali pensó que estaba alucinando. Cuando perdió el conocimiento estaba lloviendo. Era el típico día de primavera en Inglaterra: tan pronto llovía como salía el sol. Sin embargo, en aquel momento el sol brillaba con fuerza.
Parecía que estaba en el Mediterráneo.

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