Peter no hizo caso y la atrajo hacia él. Lali apoyó la cabeza contra su camisa de seda, y se sintió invadida por varias extrañas sensaciones. Los pezones se le endurecieron y tuvo que apretar los puños para contener el deseo de tocarlo y aferrarse a él. Como defensa se puso rígida y Peter de inmediato retiró el brazo, puso entre los dedos de ella un pañuelo y le retiró el cabello que le caía sobre la frente.
-Te sentirás mejor cuando te acuestes. En vista de que, según me imagino, no vas a querer quedarte sola en el hotel esta noche, te voy a llevar a mi apartamento. Pero antes quisiera saber qué demonios hacías en aquel barrio. ¿Te perdiste? Es un mal vecindario donde abundan los asaltantes.
Lali prefirió no decirle que ahí vivía Benjamin, pues Peter se haría una idea equivocada por completo de él.
-No me contestas, Lali.
Ella miró las manchas del antes inmaculado pañuelo.
-Fui a buscar a una antigua condiscípula, pero debo haberme equivocado de dirección.
-Debiste haber pedido el coche.
-Quizá alguien lo hubiese rayado -bromeó con valentía-. ¿Estás seguro de que si voy al apartamento no interrumpiré nada? Hannah me informó que a menudo trabajas hasta tarde.
-No, no hay ningún inconveniente -contestó él.
El automóvil paró en un aparcamiento subterráneo y Peter le dio la mano a Lali. Por alguna razón, ese hecho provocó que a ella volviesen a llenársele los ojos de lágrimas. Él la trataba como a una muñeca de porcelana, a pesar de su comportamiento.
-No te preocupes -le dijo Dame mientras subían en el ascensor, y entonces la tocó en el cuello-. Tienes un pequeño corte. ¿Qué fue lo que sucedió?
Ella se estremeció al recordar la fría sensación del acero contra su cuello.
-El ladrón tenía un cuchillo.
Peter la contempló furioso.
-Lali, Lali, debería darte una buena sacudida. ¿Y dónde están tus gafas?
-Se me rompieron -explicó ella, y pensó en que un espécimen tan perfecto como Peter nunca perdería su tiempo con una mujer que usara gafas.
-¿Tienes alguna de respuesto? -preguntó él mientras la conducía por un pasillo alfombrado.
-¡No! -respondió Lali sonriente ante tal idea.
-Entonces tendrás que volver a la óptica para que te hagan unas que puedas usar mientras te hacen tus lentes de contacto.
La puerta del apartamento fue abierta por un atildado mayordomo.
-Thompson, ésta es la señorita Esposito. Se hospedará aquí unos cuantos días. Como podrá darse cuenta, acaba de sufrir un accidente, por lo tanto, es necesario que llame a un médico... -Peter mantuvo silencio mientras pasaba junto con Lali, frente al asombrado hombre, pero después se inclinó hacia ella y rió en voz baja-. Siempre quise
sorprender al imperturbable Thompson; parece que al fin lo he logrado.
massssssssss
ReplyDeleteMaass
ReplyDelete