Tuesday, September 1, 2015

capitulo 29

-¿Y rechazar la hospitalidad de tu familia? -Peter miró su rostro enrojecido y sus ojos evasivos. Empezó a reírse, como si supiera con precisión lo que estaba pensando-. Sabes que eso no es posible.
-Peter, por favor...
Estiró la mano y le acarició el mentón con los dedos, gesto que le puso la carne de gallina.
-Te traeré la maleta -repitió, y se alejó. Teresa estaba poniendo el mantel y una cesta con los cubiertos.
-Tienes un hombre con carácter -musitó Gino , mirándola a la cara-. Un hombre con carácter y una mujer con carácter hacen una buena pareja.
-Es posible -replicó ella.
-Tienes que aprender a disciplinarte. Porque a Peter no le gustan las rabietas.
Lali apretó más los labios. Cuando Peter tomaba una decisión era más inflexible que una barra de acero. Se dio cuenta al día siguiente de estar casados, cuando le dijo que le gustaría irse a Cagliari con él. Peter le contestó que prefería que se quedara en Sienta, cerca de su familia. Y no consiguió convencerlo de lo contrario, aunque casi se lo suplicó.
-No os comportáis como una pareja que lleva más de cinco años casada -comentó Gino-. Podéis engañar a mis hermanas, que nunca han salido de este pueblo, pero a mí no. Pero no te preocupes, me contentaré con ver que vuelves a estar junto a tu marido otra vez.  Lali, que estaba poniendo el mantel, se quedó paralizada. Levantó la cabeza y miró a su abuelo.
-Yo...
-Ahora el responsable de ti es Peter, él sabe cómo tratarte, con astucia, no a palos -Gino dijo con satisfacción y orgullo-. Te he buscado un buen marido, Lali...
-Dejadme ayudaros a retirar los platos -protestó Lali por segunda vez.
Empezó a apilar los platos con mucha rapidez, mientras Teresa trataba de impedírselo. -Déjalo, te digo. Siempre te ha gustado cocinar, pero nunca fregar los platos. Anda, llévale a tu marido más vino y atiende sus necesidades -le recriminó.
Las velas que había en la mesa del jardín se estaban casi consumiendo.Lali salió con una botella de vino en la mano. Peter estaba repanchigado en su sillón, escuchando a Gino con ojos entrecerrados.
-Tienes cara de cansancio. Ve a la cama, cara. Yo no tardaré -murmuró Peter, como si fuera algo que le dijera todas las noches.
Lali dejó la botella en la mesa y se secó el sudor de las manos en sus pantalones. Se dio la vuelta y se dirigió a la casa, sintiendo los ojos de Peter clavados en ella. El corazón empezó a latirle con fuerza. Apretó los puños.
Lali llevaba cinco minutos en la habitación y pensó que aquella cama para dos era la más pequeña que había visto en su vida. Era imposible que Peter cupiera allí. Se imaginó con el camisón que tenía en la maleta y casi se muere de la vergüenza. Se fue a la habitación de Teresa y sacó un camisón de cuello cerrado que encontró en un aparador. Muy lascivo tenía que ser Peter, para intentar algo con aquel camisón puesto.

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