-Me has dicho que si espero hasta mañana, harás todo lo que quiera -le recordó Peter-. Una oferta muy provocativa. Pura tentación erótica. Así que te dejaré en paz por esta noche...
Lali casi explota de ira. Se mordió el labio tan fuerte que se hizo daño. Pero logró reprimir la respuesta.
-A menos que hayas cambiado de opinión...
-No, no he cambiado de opinión -murmuró Lali, preguntándose si no le habría dicho eso en un momento de locura. ¿Qué querría hacer con ella? Poco a poco logró no pensar en ello. Todavía quedaba mucho para la noche siguiente.
Lali se miró al espejo que había en la cómoda de la habitación y no le gustó nada lo que vio. Si cuando Peter empezó a tocarla, ella le hubiera rechazado, seguro que él no habría insistido. ¿Y que habría hecho? ¿Seguir con su plan original y denunciar a Emilia por fraude? Lali se estremeció. Por muy mal que se hubiera portado Emilia, no podía soportar la idea de que humillara a su madre de aquella forma.
Al mismo tiempo, se daba cuenta de que se había traicionado a sí misma ante Peter. Dándose cuenta de su pasión, había calculado su respuesta para socavar su orgullo. ¿Qué otra cosa hubiera podido hacer? Después de todo, ella se había puesto de lado de Emilia.
Sobre ella había caído la venganza y desprecio de Peter. Un hombre que la conocía más que nadie en el mundo. Peter, que sabía lo importante que era su orgullo para ella. Peter, que sería capaz de hacer trizas sus emociones en sólo tres semanas. Porque al fin y al cabo no conocía a Peter, no como era en aquel momento.
Era un hombre muy atractivo. El noventa y nueve por ciento de las mujeres se derretiría sólo con mirarlo. Tenía un aura muy especial. Para ella, Peter había sido algo muy especial.
De pronto la puerta se abrió, sin que nadie llamara. Lali se sobresaltó. Peter apareció en la puerta, con una camisa negra y unos vaqueros.
-El desayuno está preparado.
Cuando lo miró a sus ojos verdes , Lali se sonrojó.
-Bajaré en un minuto.
-¿No te has traído ninguna falda? -le preguntó Peter.
-No me gustan las faldas.
-Pues a mí sí. Y eso es lo que quiero que lleves durante las próximas tres semanas -le comunicó Peter.
-¿Qué pretendes, convertirme en una mezcla de esclava del amor y muñequita? -preguntó Lali, apretando la boca-. Porque si es eso lo que estás pensando, te has equivocado de mujer...
-No creo -Peter se puso detrás de ella y su cuerpo se tensó. Le acarició el pelo, le quitó el cepillo y lo puso en la cómoda-. No puedes esconder la pasión de la misma manera que tratas de ocultar este pelo tan bonito que tienes. No te dejaré.
Lali se estremeció de rabia.
-No me digas lo que tengo que hacer...
massssss
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