-No puedo creer que todavía no hayas encontrado un novio. Todas las chicas de tu edad se pasan el día en fiestas -dijo Gimena, sacándola de sus pensamientos.
Lali sintió cómo su enfado iba en aumento. Sentía sus mejillas arder. Estuvo a punto de estallar y decirle a su hermana que había tenido novio hasta que ella se lo había robado y que no había podido sobreponerse. Pero se contuvo y decidió inventarse una mentira.
-Estoy saliendo con un compañero de trabajo -dijo orgullosa. Gimena la miró sorprendida -¿Cómo se llama? -preguntó.
-Joe. Es nuevo, ha empezado a trabajar en Imperial hace dos semanas -dijo Lali y se mordió los labios. Nada más decir aquello, se arrepintió. Una mentira llevaba a otra.
Pero no era del todo mentira, se dijo Lali.
Joe existía y, aunque no salían juntos, él se lo había pedido en varias ocasiones.
-¿Cuántos años tiene? ¿Cómo es? -preguntó Gimena, mostrando un excesivo interés por lo que su hermana le acababa de contar.
-Veintimuchos. Es alto, fuerte, rubio -contestó Lali. Si al menos saliera con Joe una vez, su mentira se convertiría en una realidad, pensó.
-Bueno, ya era hora de... -comenzó a decir Gimena sonriendo.
-¿Conoces bien a ese hombre? -intervino Nicolas. Tenía el ceño fruncido-. Ya sabes que hay mucho caradura suelto. Ten mucho cuidado.
La sonrisa desapareció del bonito rostro de Gimena. El interés que Nicolas había mostrado por su hermana la había ofendido. Se hizo un tenso silencio.
En aquel momento entró en la habitación su sobrina y Lali la tomó en sus brazos, aliviada por su aparición. Era una niña preciosa y en ella se adivinaban los rasgos que había heredado de cada uno de sus padres. Tenía el pelo castaño claro de Nicolas y los grandes ojos negros de Gimena.
Lali jugueteó con su sobrina durante un rato, luego decidió que ya era hora de
irse.
-Me voy volando -anunció y dio un beso de despedida a la niña-. Tengo que madrugar mañana.
Luego, nada más llegar al pequeño estudio de Hounslow en el que vivía, sonó el teléfono. Era su madre.
-Gimena está muy triste -empezó a decir Mercedes y una sensación de frustración se apoderó de Lali al oír aquellas palabras, por desgracia tan habituales.
-No debí haber ido a cenar con ellos -dijo Lali y suspiró, dejándose caer sobre el sofá-. Siempre acabamos mal.
-Todo sería más sencillo si Nicolas se casara con tu pobre hermana. Ahí está, madre de una niña de tres años y sin planes de boda -se lamentó su madre-. Gimena no es feliz. Tienen un buen apartamento y Nicolas es un buen abogado. ¿A qué está esperando para casarse?
quiero mas
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