Thursday, September 17, 2015

capitulo 7

 Estaba acostumbrado a que cada vez que deseaba a una mujer, fuera quien fuera, conseguía tenerla entre sus brazos. Nadie se le había resistido nunca. Sólo en alguna ocasión se había tenido que contener cuando la mujer por la que se había sentido atraído era la esposa o novia de alguno de sus amigos.
-Tengo que advertirlo de que sus guardaespaldas están preocupados por este cambio de última hora en sus planes -continuó Tacho-. No ha habido tiempo de comprobar las referencias de esta compañía.
-No importa, me agrada este cambio -dijo Peter arrastrando las palabras.
Toda su atención estaba puesta en la joven, que estaba haciendo una última revisión a la limusina. Caminaba erguida y con la cabeza alta. ¿Se lo pondría difícil? Si así fuese, sería más divertido. Le gustaban los desafíos. Lástima que tan sólo tuviera un fin de semana.
-Es una empresa pequeña. La calidad del servicio puede que no sea la que usted acostumbra.
Una sonrisa pícara comenzó a dibujarse en la sensual boca de Peter.
-Puede que los servicios que ofrecen vayan más allá de los que he recibido en otras compañías -dijo Peter con una sonrisa pícara-. Me temo que tendrás que buscar otro modo para regresar a la oficina.
En ese momento, Tacho pilló la indirecta y se rindió ante lo que era evidente.
Lali estaba de mal humor. Su jefe le había advertido que el nuevo cliente era un multimillonario extranjero y que debía tratarlo como a un dios para que volviera a contratarlos. Estaba sorprendida de que le hubiera encargado aquel trabajo a ella; siempre contaba con sus compañeros masculinos para los mejores trabajos. Ese cambio, aunque fuera por una vez, le agradaba.
Antes de que Lali saliera hacia el aeropuerto, Limusinas Imperial había recibido la visita de los guardaespaldas de Peter. Aquello no era lo habitual entre los clientes de la compañía. Habían inspeccionado minuciosa mente el coche que Lali solía conducir y habían comprobado sus referencias. Le habían advertido que estaría vigilada en todo momento y, de hecho, no la habían dejado de observar desde que había llegado al aparcamiento del aeropuerto como si de una película de gánsters se tratara.
De pronto se encontró con la mirada del hombre que caminaba hacia ella. Sintió como si el tiempo se detuviera. Era alto, esbelto y tan guapo, que sintió que el pecho se le encogía y no podía respirar. No podía dejar de mirarlo.
-Señor Lanzani -consiguió decir Lali con voz tranquila y calmada a pesar de su azoramiento.
-¿Usted es...?
-Lali Esposito -dijo ella mientras sujetaba la puerta del asiento trasero para que él entrara.
-Lali -dijo él como si saboreara su nombre-. Así la llamaré.
Nunca había oído una voz tan profunda y masculina. Resultaba tan cálida y sensual que se estremeció.
-Prefiero que me llame Esposito -contestó en un intento por mantener las distancias.

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