Friday, May 1, 2015

capitulo 36

—Este apartamento es de Gaston, sí, pero hacía tantas fiestas, que los vecinos se quejaron... desde hace un año quien vive ahí es Candela, su prima.
Peter no reaccionó. Duro como el granito, seguía mirándola con gesto de condena.
—No te creo. Pero estoy seguro de que tu mejor amiga ratificará esa mentira por ti.
En ese sentido, no podría haber estado más equivocado. Habiendo crecido con unos padres que frecuentemente se engañaban, Candela despreciaba la infidelidad. Era la última persona que mentiría para esconder la infidelidad de una amiga.
—Candela vive en ese apartamento —repitió—. Apenas conozco a Gaston  y no te he sido infiel. Supongo que todo esto parecen pruebas irrefutables, pero después de haber estado dos años contigo deberías conocerme mejor.
—Te equivocas —dijo Peter, saliendo del dormitorio. —¡Espera! —lo llamó Lali.
Él se volvió, pero su expresión era tan dura como antes.
No haberle contado lo que vio en casa de Euguenia había sido un error. Era un error tener miedo a decir la verdad. Desgraciadamente, Peter no agradecería que le contase la verdad. Incluso la odiaría más por hablar mal de su hermana. Pero Lali estaba decidida a defenderse. Después de todo, podría no tener otra oportunidad.
—Deja que te cuente mi versión de lo que pasó anoche. Fui yo quien pilló a tu hermana besándose con un hombre que no era su marido.
Peter apretó los dientes.
—No digas una palabra más.
—Euguenia fue detrás de mí y me dijo que, si contaba algo, destrozaría mi vida...
—¿Cómo te atreves a hablar así de mi hermana?
—No tenía intención de contárselo a nadie...
—Ya has dicho lo suficiente como para convertirme en tu enemigo. Has insultado el honor de la familia Lanzani —le espetó él—. Es una ofensa que quieras ensuciar el honor de Euguenia en un absurdo intento de salvar el tuyo. Si fueras un hombre, no te habría dejado hablar así de mi hermana. No te aproveches del hecho de que eres una mujer.
—¡Eres tú el que se está aprovechando! —protestó Lali, acalorada—. Me has llamado mentirosa, me has insultado... te niegas a escuchar mi versión de la historia...
—¿Qué hay que escuchar, qué hay que entender? —demandó Peter, acorralándola contra la pared—. ¡Te has abierto de piernas para ese niñato!
—¡Eso no es verdad! No seas grosero...
—¿Lo hiciste en nuestra cama?
—¡Yo no he hecho nada! Ni siquiera he mirado a otro hombre...
—Olvidas que te vi saludando a Gaston anoche —le recordó él.
—¿Qué estás diciendo? Es el primo de Candela, tenía que saludarlo...
—¿Qué tiene él que no tenga yo? ¿Es mejor en la cama?
—Peter...
—¿Es más inventivo, más excitante, más sucio? ¿Qué te hacía él que no te hiciera yo? ¿No te he satisfecho siempre? Dímelo, tengo derecho a saberlo —le espetó Peter, con un brillo de ferocidad en los ojos.
—¡No hay nada que contar! —exclamó Lali, desesperada.

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