capitulo 39

-¡Peter! -se oyó el chillido de una mujer. Peter se quedó clavado en su sitio y volvió la cabeza. Una rubia impresionante, con un vestido negro increíblemente corto, lo miraba, con cara de satisfacción.
-¿Cuánto has llegado? -le preguntó, apartándolo de Lali y dándole un beso en la boca-. ¿No te recuerda esto a Montecarlo, querido? -le preguntó, mientras le quitaba una mota de polvo de su chaqueta.
Peter se apartó de ella un poco y miró con ojos expectantes a Lali.
-Maria, te presento a mi esposa, Lali -le dijo.
-No te preocupes por mí -respondió Lali, poniendo voz muy dulce-. No soy posesiva. -¿Te has casado? ¿Tú? -le preguntó Maria muy sorprendida, mirando por primera vez a Lali-. ¿Con ella? ¿Por qué?
-Si quieres, te lo puedo prestar -le dijo Lali, sonriendo, aunque por dentro ardía de rabia. Se dio la vuelta y salió a tomar un poco de aire fresco. Sintió que la cabeza le daba vueltas. Pensó que había bebido demasiado champán.
Al cabo de los pocos segundos, Peter llegó a su lado y la agarró del brazo.
-¿Cómo te atreves a referirte a nuestro matrimonio y a mí en esos términos? -la recriminó, con los dientes apretados.
-Pongamos las cosas claras, Peter... -Lali se encaró, con la cara roja de ira-. Nosotros no estamos casados, ¿lo entiendes? Si alguna vez me caso, me casaré en una iglesia y con un novio que me guste y respete. No con un cerdo hipócrita, insensible. -¡A mí no me hables así! -le gritó Peter.
-¡Tu gusto por las mujeres es penoso! -continuó
Lali, incapaz de contener la necesidad de darle su opinión-. ¿Para qué te has molestado en ser amable conmigo toda la noche? ¡Seguro que te lo pasas mejor en Montecarlo, querido Peter! ¡Eres un mujeriego!
-¿Hablas en serio? -gritó Peter.
-Sí hablo en serio, querido -contestó Lali, imitando la voz de la rubia.
El destello de una cámara de fotos cegó sus ojos. Cuando logró enfocar su mirada, vio a un hombre corriendo con una cámara. Peter aprovechó el momento para agarrarla con sus manos y darle un ardiente beso en la boca. La cabeza empezó a darle vueltas. Le puso la mano en la cabeza y le metió los dedos entre su pelo negro. Lo deseaba, lo odiaba, lo quería, lo necesitaba con una pasión descontrolada.
De pronto, se encontró en el coche, sin acordarse siquiera de lo que había pasado hasta llegar allí.
-Sé que te ofendí y te enfureciste justificadamente, pero salí del comedor para disculparme -confesó Peter.
-¿Sí? -le dijo Lali, temblando y hecha un manojo de nervios. Tenía que reconocer que se había puesto celosa. ¡Por primera vez en su vida! Las insinuaciones de Maria le habían hecho perder la cabeza. Y los paparazzi habían aprovechado para sacarles una foto justo en el momento que estaban peleándose.
-Te comportaste de una forma -Peter buscó la palabra correcta.
-Penosa -le dijo Lali-. De todas maneras tenemos que ver el lado positivo de todo esto... -¡Christos!... hablas como Nicolas. Se nos ha caído el techo encima y nos tenemos que alegrar de que todavía tengamos las cuatro paredes.
-Si publican esa foto, se acelerará el proceso de separación, ¿no?
Peter frunció el ceño.
-¿Separación?
-El final de este matrimonio. Es decir, somos tan distintos que nos estamos peleando ya a los pocos días de habemos casado. No tendremos que esperar dos meses para obtener el divorcio- señaló Lali, poniéndose tensa.
-Siempre hay una pega en todo.
-Yo creo que tú eres el que has confundido las cosas -Lali se sintió deprimida.
-¿Tú crees?
Los dos permanecieron en silencio.
-Cuando te pregunté cuánto tiempo habías estado liada con Nico, te lo dije sin pensarlo. La verdad, no pretendía ser tan grosero -le dijo Peter-. Cuando me contaste que habían intentado violarte, me quedé muy sorprendido. Sin embargo, aparte del acto de galantería que
hizo en su momento, no creo que Nico sea tu salvador. Yo creo más bien que se ha aprovechado de tu gratitud.