Friday, May 1, 2015

capitulo 44

Al recordar la fotografía con la rubia se le encogió el corazón, pero eso era algo a lo que tendría que acostumbrarse.
—A él le da igual lo que haga —murmuró.
En cambio, Gaston se preocupaba por ella. ¿Podría gustarle Gaston?, se preguntó. Muchas mujeres lo encontraban atractivo. Por supuesto, bebía demasiado y, a veces, era un crío, pero con el tiempo...
Pero antes de empezar relación alguna, debía recordar todo lo que había soportado para estar con Peter, todo lo que había aceptado sin discutir.
¿Por qué aceptó vivir en Londres y no en el campo, con un jardincito, que era lo que siempre había soñado? ¿Por qué había amado a un hombre que no la amaba y no le hacía promesa alguna? ¿Cómo y por qué había aceptado estar con un hombre que la ofendía? Un hombre que estaba de viaje siempre, que jamás le presentó a sus amigos, que no la incluía en su vida...
Se le rompía el corazón por Peter, pero él no lo merecía. Nunca lo había merecido.
Se encolerizaba si lo interrumpía cuando estaba viendo las noticias económicas, la despertaba al amanecer para hacer el amor, tuviese ella ga-nas o no, actuaba como un completo egoísta, se negaba a celebrar sus aniversarios y, en Navidad, le había regalado una pluma. De oro, pero una pluma. La había dejado sola mientras él se iba de vacaciones a Grecia...
¿Por qué había tardado tanto en entender que Peter la trataba como un hombre casado trataría a su amante?
Había aceptado vivir en un apartamento sin criados, pero se comportaba como si los criados estuvieran presentes. Tiraba la ropa por el suelo, jamás fregaba un plato. Y como una criada, ella había cocinado para él, había lavado y planchado su ropa... De hecho, aquel hombre era tal desastre que, un día, cuando le pidió que le hiciera un café, lo pidió por teléfono a un restaurante.
Era una pena haber tirado dos años de su vida por la ventana. No se merecía su amor y ya era hora de olvidarlo y pasar página. Salir con otro hombre... ¿no sería la mejor forma de conseguirlo?, se preguntó.
Gaston la estaba mirando, en silencio.
—¿Por qué no vienes con nosotros al campo este fin de semana? Vamos a hacer una fiesta en mi casa.
—¿Como amigos? —preguntó Lali.
—Bueno, amigos que se dan besitos —sonrió él.
—No, gracias... no te conozco lo suficiente.
—No espero que te acuestes conmigo, Lali.
—Pero...
—Sé que tengo fama de mujeriego, pero estoy dispuesto a cambiar por
ti.
Lali no sabía qué decir. En su opinión, no había la más remota posibilidad de que Gaston le gustase algún día. Sin embargo, Peter había cerrado la puerta del pasado y no pensaba quedarse en casa llorando.
Quizá si iba a esa fiesta, acabaría pasándolo bien.
—Muy bien. De acuerdo.

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