—¡Yo no soy propiedad tuya! ¿En qué clase de mundo vives, Peter? —le espetó ella—. ¡Vete de aquí ahora mismo!
Gaston se había ofrecido a hablar con él, pero Lali había decidido que involucrarle en sus problemas sería injusto y, además, no serviría de nada.
Peter creía la versión de su hermana y no querría escuchar nada más.
—Encantado —dijo él.
Pero cuando iba a abrir la puerta, Gaston apareció en la habitación.
—¿Estás bien, Lali? —preguntó el joven, sin molestarse en mirar a Peter.
Ella tenía los ojos llenos de lágrimas, pero se negaba a llorar. Ya había llorado más que suficiente, pensó.
Más bajito, rubio y con unos vaqueros de diseño, Gaston parecía un niño al lado del magnate griego, pero la sincera preocupación que había en sus ojos calentó su corazón.
Peter la miró, despreciativo, como si la mera presencia de Gaston fuera una ofensa.
—Te odio, Peter Lanzani —dijo Lali entonces—. Nunca le había dicho esto a nadie... nunca había odiado a nadie en toda mi vida. Pero lo que me has hecho no tiene perdón.
—Déjala en paz —dijo Gaston.
Con una sonrisa de fría satisfacción en los labios, Peter dio un paso atrás y lanzó el puño contra la cara de Gaston con tal fuerza, que lo tiró al suelo.
—Te lo debía —murmuró, con los dientes apretados.
—¿Cómo has podido hacer eso? —exclamó Lali, aterrada.
—Si no hubiera una mujer delante, podría haberlo matado —contestó él sin la mínima vergüenza.
Gaston se levantó del suelo, pero cuando iba a golpear a Peter, Lali se puso en medio.
—¡No, por favor! Sólo quiero que se vaya de aquí ahora mismo. No te rebajes a su nivel.
—Aguafiestas —murmuró Peter, irritado al ver que protegía al otro hombre.
—Yo no tengo que pegar a nadie para impresionarla —dijo Gaston entonces, pasándole un brazo por la cintura en clara provocación.
—Normalmente, estás demasiado borracho como para intentarlo — replicó Peter.
Un segundo después, Lali lo vio salir del apartamento y de su vida de una vez por todas.
—Es un bastardo... —murmuró Gaston, tocándose la mandíbula—. Siento haber mentido, pero es lo que se merece.
Lali intentó asentir con la cabeza. Ya daba igual. No le importaba nada lo que pensara Peter .
Candela tenía razón. Había estado escondiendo la cabeza en la arena, viviendo en el pasado para no enfrentarse con el futuro. Y tenía que aceptar que Peter había desaparecido de su vida para siempre.
No comments:
Post a Comment