Lali pensó que podría ir a buscar a Carmina y pedirle que le enseñara la foto que tenía guardada y que le repitiera lo que Nicolas le había dicho. Pero, ¿para qué? Aunque lograra convencerle de que ella era la hija de Nicolas, no iba a lograr olvidar la forma en que la trató Peter la noche anterior.
Ya llegaría el momento en que pudiera demostrar su verdadera identidad. No estaba dispuesta a que Peter se apenara de ella por ser la hija ilegítima de Nicolas.
Mirando sus ojos abrasadores, su corazón empezó a palpitar y su boca se secó. Peter respondió a su mirada y ella sintió que le faltaba el aire.
-Tú le dijiste a Nicolas que estabas embarazada -comentó Peter mientras se acercaba a ella-. Un truco muy visto, pero por eso me pidió que me casara contigo.
-Eso no es verdad -contestó Lali, casi sin poder respirar. Se puso una mano en el cuello para tranquilizarse.
-¡Pues a mí me tienes casi embrujado! ¡Casi te deseo más que anoche...!
-Grosero -replicó Lali, apoderándose de ella un deseo sexual que sintió como si fuera una droga, dejándola mareada y desorientada. Sus ojos negros se clavaron en su rostro.
Peter estiró sus brazos, se los puso en sus hombros, tiró de ella y la abrazó. La apretó contra él, poniéndole una mano en el trasero, para que notara la fuerza de su erección. Lali se estremeció al sentir que su cuerpo ardía de deseo. Se agarró a sus hombros y le metió los dedos entre el pelo, al tiempo que lo besaba en la boca.
Peter se sentó en la silla giratoria, colocándola encima de él, metiéndole las manos por debajo de la camiseta, buscándole sus pechos. Cuando descubrió que llevaba el sujetador puesto, Peter emitió una especie de gruñido, pero no apartó su boca de la de ella. Se lo desabrochó, y la acarició con tal destreza que Lali pensó que, si hubiera estado de pie, se habría caído al suelo.
Peter la agarró del pelo y tiró un poco de su cabeza. Respiraba con dificultad. El teléfono seguía sonando y por el fax seguía saliendo papel. En un momento determinado, Peter cerró los ojos, como si quisiera recuperar el control de su cuerpo. Con un dedo le acarició uno de sus pezones y Lali se estremeció y apoyó la cabeza en su frente.
-Me vuelves loco -le susurró Peter-. Esto de pasar una luna de miel trabajando no ha sido una de mis más brillantes ideas -se puso en pie, levantándola con él y colocándola en el borde de la mesa, al tiempo que con una mano tiraba al suelo todos los papeles que había en ella-. Pero si quiero hacer el amor con mi mujer durante la jornada laboral, nadie me lo puede impedir...
-Yo no soy tu... -empezó a responder Lali, sin poder terminar la frase.
Después de quitarle la camiseta, Peter le metió la lengua entre sus labios y ella le entregó su boca, sin poder resistir la tentación. Con los dedos de una mano le acariciaba sus endurecidos pezones, mientras que con la otra le estaba quitando su falda de algodón y tiraba de ella hacia él.
-Quiero poseerte ahora mismo -le dijo, mientras bajaba su cabeza y le empezaba a chupar los pechos.
Lali se sintió como si estuviera en medio de una tormenta, emitiendo quejidos mientras él le besaba todo el cuerpo. Cuando llegó a la altura del estómago, pensó que se iba a derretir. Sólo pudo permanecer sentada en la mesa, porque él la sujetaba con sus manos. La estaba torturando y no podía soportar aquel placer.
Le estaba empezando a quitar las medias cuando de pronto Peter se quedó quieto, agarró la camiseta y se la tiró. Lali lo miró sin saber qué hacer.
Peter se fue a toda prisa hacia la puerta que alguien había abierto. Después, oyó el ruido de platos y metal caer al suelo. El teléfono seguía sonando y por el fax seguía saliendo papel.
De pronto, se dio cuenta de que estaba encima de la mesa, casi desnuda.
Peter cerró la puerta y le dijo:
-Una de las criadas nos traía café. Se ha dado tal susto que se le ha caído la bandeja. No había hecho una cosa así desde que era un adolescente.
Lali no quiso mirarlo.
-¡Vete! -respondió.
-¿Por qué?
-¡Vete de aquí, hasta que me vista!
-¿No piensas que es eso es un poco absurdo, dadas las circunstancias?
-¿Por qué siempre me llevas la contraria? ¿No puedes, por una vez, hacer lo que se te pide?
La puerta se cerró de un portazo.
Pálida como una pared, Lali se bajó de la mesa. Buscó su sujetador y su falda por el suelo. Cuando se vistió, todavía con lágrimas en los ojos, se fue a mirar por la ventana, la abrió y salió al exterior por ella, para así no encontrarse otra vez con Peter. Porque antes de verlo otra vez, tenía que resolver lo que le estaba ocurriendo.
Cuando estaba saliendo al patio por la ventana, oyó el ruido de un coche que se acercaba.
Paró frente a la casa. Lali se quedó helada.
-¿Nico? -susurró-. ¡Nico! -gritó después, echándose a correr para darle la bienvenida.
lali mandalo a la mier... no se lo pongas tan facil me saca que peter tenga ese poder sobre lali que hace que ella aga lo que quiera despues de tratarla mal.
ReplyDeletequiero mas
ReplyDeleteQue hace nico ahí?
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