Wednesday, May 13, 2015

capitulo 48

-Tiene razones para estarlo, con una esposa que se pasa todo el día trabajando en el jardín. Estás descuidando a tu marido.
En los sueños no, desde luego.
-Eso le gusta.
-Eres tan testaruda como él.
Lali pensó que, si su padre los estuviera viendo, la culparía a ella también de lo que estaba pasando. Pero no estaba dispuesta a que Peter, por el hecho de ser la hija de Nicolas, siguiera casado con ella.
Después de haberla seducido para que se acostara con él, Peter había admitido que la única relación que quería tener con ella era sexual. Si se enteraba de que era la hija de Nicolas, seguro que fingiría que había más cosas en aquella relación. Eso le haría sentirse atrapado y al final sería peor.
-¿Por qué despediste a los jardineros que contraté?
Asustada, Lali se giró sobre sus rodillas. Una sombra la protegía del sol. Se fijó en los zapatos italianos de Peter, sin mirarlo a la cara.
-Prefiero hacerlo yo misma.
-Esto es bastante grande.
-Tengo todo el tiempo del mundo -le dijo, mirándole las piernas.
-No quieres salir a comer, ni a cenar, ni siquiera a dar una vuelta...
Desde luego en sus fantasías nocturnas no hacían esas cosas tan castas. Lali cerró los ojos, al darse cuenta de que se lo estaba comiendo con la mirada.
-Los dos hemos estado perdiendo el tiempo. Te comportas como una niña.
-Yo no me comporto como una niña. Simplemente creo que no tenemos nada que decirnos. Tú lo dijiste todo.
-¡Levántate y mírame a la cara cuando hables conmigo! -gritó Peter, agachándose para levantarla.
Lali se apartó y retrocedió unos pasos. De forma involuntaria miró sus ojos verdes y duros como el diamante. Fue peor de lo que se había imaginado. Se sintió como si la hubiera golpeado un camión y la hubiera lanzado por los aires.
Quería tocarlo. Apretó los puños con tal fuerza que se clavó las uñas en la palma de la mano. La tensión entre ellos fue en aumento y el corazón le latía cada vez con más fuerza.
-Con respecto a lo que te dije... -empezó a decirle-. ¿Se te ha ocurrido pensar que yo tampoco tenía claras muchas cosas?
Lali deseaba creerlo. Lo intentaba con todas sus fuerzas. Pero había tardado demasiado tiempo en darle aquella disculpa. Empezó a caminar.
-Voy a darme un baño...
Peter la agarró del brazo y se lo impidió.
-¿Eso es todo lo que tienes que decir?
-Estás tan acostumbrado a decir y hacer lo que te apetece con las mujeres, que has pensado que puedes hacer lo mismo conmigo. Estás muy confundido, Peter.
-¿De qué estás hablando? -gruñó él.
-Pensaste que si me maltratabas iba a acabar arrodillada a tus pies... -le contestó, apretando los labios.
-Eso no es verdad...
-No te creo. Eres arrogante y egoísta. No tienes en cuenta los sentimientos de los demás -le recriminó Lali sin mucha seguridad-. A mí me da igual lo rico o lo poderoso que seas. ¡Yo no consiento que nadie me hable como tú me hablas!
-¿Lo dices en serio? -estirando las dos manos, se las puso en los hombros y se acercó, poniendo en tensión todas y cada una de las células de su cuerpo.
Su boca estaba caliente, sedienta y dura. Estuvo a punto de caerse. Le metió la lengua entre los labios de forma muy erótica, gesto que la hizo quejarse. Tenía todo el cuerpo excitado, su corazón golpeaba contra su pecho y su cuerpo se estremecía. Se agarró a él para poder mantenerse en pie.
Pero de repente él se separó, y ella se quedó buscando algún punto de apoyo, porque sus piernas se le doblaron, mientras que sus ojos, completamente dilatados, intentaban salir del estado de asombro. Aquella separación fue tan dolorosa como si le hubieran arrancado un brazo, justo en el momento en que todo su cuerpo pedía más, mucho más. Se fijó en las manchas que le había dejado en su camisa blanca de seda.

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