POR segunda vez en muchos meses, Peter hizo un repentino cambio
de planes y dio la vuelta cuando iba al aeropuerto.
No tenía opción: Lali estaba muy disgustada. De hecho, parecía histérica. Además del manotazo, algo de lo que jamás la habría imaginado capaz, le había gritado delante de un montón de gente. Era como si le hubiesen hecho un transplante de personalidad. Sin embargo, él sabía que era una persona amable, buena y cariñosa, incapaz de enfadarse. Claramente, Gaston Dalmau
era responsable de esos cambios. Él había destruido su tranquilidad, confundiéndola por completo.
Por supuesto que Gaston era el padre de ese niño. Pero, evidentemente, Lali no quería que Gaston hiciera ese papel. Era obvio para Peter que el niñato había salido corriendo al conocer la noticia, dejándola en la estacada.
Pero, ¿qué le importaba?, se preguntó. ¿Por qué quería involucrarse? Lali tenía un problema y había acudido a él a pedirle ayuda... ¿Por qué no le demostraba que él era más hombre que Gaston cuando las cosas iban mal?
De vuelta en el apartamento de Candela, Lali estaba metiendo ropa en una bolsa de viaje.
—¿Seguro que puedo irme a la casa de campo?
—Claro que sí. Mi madre está en Jersey y mi tía, la madre de Gaston, se ha vuelto demasiado estirada como para ir al campo. Al menos, podrás airearla un poco —sonrió Candela—. Pero, ¿seguro que es buena idea que te vayas de Londres ahora, sola?
—Necesito un poco de paz... tengo que pensar.
—No sobre lo que vas a hacer con el niño, eso ya lo sé. Te encantan los niños. Pero tengo la impresión de que huyes de algo...
Lali levantó la cabeza, con los ojos cafe desafiantes.
—Sólo estaré fuera un par de días. Y no estoy huyendo de nada. Es que no quiero ver a Peter...
—No tienes por qué verlo —la interrumpió Candela—. Supongo que no se ha apuntado al concurso de padre del año, ¿no?
—Cree que el padre del niño es Gaston —suspiró Lali.
—¿Qué? ¿No le has contado que estás de cinco meses?
—No, no me apetecía quedarme para charlar con él —replicó Lali—. Ah, por cierto, también me acusó de intentar cargarle con el niño porque Gaston no quería saber nada.
Su amiga hizo una mueca de asco.
—Menudo imbécil.
Lali se pasó una mano por el pelo.
—He intentado entenderlo... intenté incluso disculparlo por haber creído a su hermana antes que a mí. He intentado ser justa con él porque es lo que
hago con todo el mundo, pero se acabó —le confesó, airada—. Ya está bien. Pensé que Peter tenía derecho a saber que iba a tener un hijo, pero ahora desearía no haberle contado nada.
—He de confesarte una cosa —dijo Candela entonces—. Le he contado a Gaston lo del niño... ya, ya lo sé, no es asunto mío. Desgraciadamente, se me escapó.
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