Friday, May 15, 2015

capitulo 5

Su tía la dejo en el vestíbulo, ante el despacho de su padre. Ambas sabían que la haría esperar. Rígida de tensión, Lali miro por la ventana, sin inmutarse ante la maravillosa vista de la bahía. La dorada luz del sol y el intenso azul del cielo se reflejaban sobre el mar Egeo. Lexos era una isla preciosa, y la enorme casa contaba con todas las comodidades que se podían comprar con dinero. Sin embargo, nada podía compensarle a Lali el saberse tan prisionera en casa de su padre como un criminal en una celda de castigo.
La libertad que ansiaba seguía estando fuera de su alcance. Llevaba 4 interminables años sin salir de la isla, pues Alejo ya no confiaba en ella. Había planificado mal la escapada, había malgastado su oportunidad y había puesto a su padre sobre aviso.
En aquella época seguía un tratamiento de ortodoncia en Atenas, y había sido fácil salir de la clínica dental sin que la vieran los guardaespaldas, meterse en un taxi e ir al aeropuerto. Pero no había consultado los horarios de antemano, y no tuvo la sensatez suficiente de comprar un billete para el primer vuelo internacional que saliera. Quería ir a Londres y se había sentado a esperar como una tonta, hasta que sus guardaespaldas la sacaron arrastras del aeropuerto. Se estremecido al recordar el recibimiento de su enojado e incrédulo padre, que nunca había soñado que se atreviera a intentar escapar de su tiranía.
Su madre nunca lo había echo. Pero eso era porque el espiritu de Julia había sucumbido a los ataques verbales y físicos de su marido.
—¿Dónde iría? —le había preguntado su madre con asombro cuando Lali, entonces una adolescente, le sugirió que escapara de ese matrimonio abusivo—. ¿Cómo viviría? Fuera donde fuera, tu padre me encontraría. No me dejaría marchar... ¡me quiere demasiado!
Lali, con un cinismo que no correspondía a sus años, había pensado que el amor había convertido en víctima a la bella madre que ella adoraba. El amor era una de las excusas favoritas de Julia para justificar la violencia que había aceptado como parte de su vida, otra era la adicción al trabajo de su marido, que lo volvía agresivo, y otra, su propia e inexcusable estupidez. Se culpaba a si misma. Incluso mientras moría lentamente de una enfermedad terminal, se había culpado por causar dolor e inconvenientes a su marido y a su hijo.
Los ojos se le llenaron de lagrimas al comprender cuanto echaba de menos a esa mujer cuyo amor la había protegido de los peores momentos de su padre.
—Señorita Esposito... entre —dijo el secretario personal de su padre, con una sonrisa aduladora.
Alejo estaba de pie bajo su propio y favorecedor retrato. Era un hombre fuerte y de presencia imponente, pero aún no había recuperado el peso perdido mientras seguía un tratamiento contra el cáncer. Aunque el tratamiento había tenido éxito, tenia el rostro grisáceo y estaba más demacrado que meses antes. Por primera vez, Lali penso que, para ser un hombre tan fuerte y vigoroso, estaba tardando mucho en recuperarse.
—¿Estás bien, papá? —se oyó decir instintivamente.
—Veo que echaremos mucho de menos a mi cariñosa y compasiva hija — replico Alejo con ironía.
La palidez de Lali se tiño de rubor pero, un segundo después, se pregunto por qué iban a echarla de menos. La esperanza la asalto con tanta fuerza que le temblaron las rodillas. ¿La habría perdonado por intentar escaparse? ¿Iba a permitirle llevar una vida más normal?
—Después de todos estos años, por fin vas a serme útil —informo el hombre con satisfacción.

1 comment:

  1. como odio al papa de lali se ve que es un monstro espero que peter acepte casarse con ella para que la saque de alli,

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