Friday, May 1, 2015

capitulo 20

«Te aprecio en lo que vales». ¿Qué significaba eso? ¿Que había calculado su valor en términos de conveniencia? No, él no era un hombre sentimental y tampoco le importaba herir sus sentimientos, aparentemente. Debía de estar muy seguro de su relación para prohibirle celebrar un aniversario. Mordiéndose los labios, Lali abrochó el cinturón de la bata. Pero una furia desconocida para ella empezaba a emerger en su corazón a causa de la humillante respuesta.
Por otro lado, en el baño, Peter se apoyaba en la pared de la ducha, dejando que el agua cayera sobre su cuerpo. Normalmente, se quedaba en la cama con Lali después de hacer el amor. Tomado por sorpresa, había actuado sin tacto alguno. Furioso consigo mismo, se habría liado a golpes con la pared... Su relación era casi perfecta. Lali nunca le exigía nada y no parecía tener más ambición en la vida que hacerlo feliz. Y lo hacía de maravilla, tuvo que reconocer. No quería perderla, pero ¿qué podía hacer con una amante que no sabía que lo era? Una amante que quería celebrar aniversarios como si fuera una esposa.
Peter hizo una mueca. ¿Qué le estaba pasando?
Probablemente, razonó, su amiga Candela fuera la responsable de aquel cambio. ¿Era ella quien había destruido su alegría? ¿Quién si no? Lali le había repetido alguna vez los ácidos comentarios de su amiga sobre los hombres. Y tenía la impresión de que Candela lo freiría en aceite hirviendo si tuviese oportunidad.
Que subestimase su relación con Lali lo sacaba de quicio. Él se sentía orgulloso de cómo la trataba. Cuidaba de ella y era una mujer feliz. ¿Por qué? Porque él mantenía alejada la dura realidad de la vida. Incluso conseguía que sus sueños se hicieran realidad. Aunque ella no lo sospecha-ba, dieciocho meses antes había usado sus influencias para que entrase en un curso de diseño en la universidad. Gracias a él, había empezado a diseñar bolsos que, en su opinión, ninguna mujer sensata debería comprar. Recordó entonces el bolso en forma de tomate... Pero el asunto era que Lali estaba contenta con su vida... o, al menos, lo había estado hasta que la serpiente entró en el paraíso.
Estaba secándose con la toalla cuando Lali entró en el cuarto de baño.
—Si no podemos celebrar aniversarios, ¿qué podemos celebrar? —le preguntó, muy seria.
Peter se quedó parado con la toalla en la mano, las gotas de agua enredándose en el vello oscuro de su torso. No había esperado un segundo asalto. El primero lo había tomado por sorpresa.
—No sé qué...
Lali se dio cuenta de que tenía un nudo en la garganta, un nudo que crecía con cada segundo.
—Una vez me dijiste que nada permanece igual, qué todo debe progresar —le recordó—. Dijiste que las cosas que permanecen estáticas mueren. Sin embargo, en los dos últimos años nosotros no hemos cambiado en absoluto.
En ese momento, Peter decidió que debía guardarse sus sabias palabras para sí mismo.
Lali hablaba con el corazón. Quería entender lo que estaba pasando
entre ellos, necesitaba saber qué eran el uno para el otro.
—¿Qué pasa entonces, Peter? ¿Dónde va nuestra relación?
Que Lali le sometiera a tal interrogatorio exasperó a Peter. Pero, decidido a cortarlo de raíz, la atrajo hacia sí y buscó su boca con tal an-siedad, que la dejó temblando, desconcertada.
—¿Vamos a la cama? —murmuró.

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