—Dame cinco minutos. Me despediré de todo el mundo en tu nombre.
La aparición de Euguenia había puesto nerviosa a Lali, pero agradeció no tener que enfrentarse de nuevo con una persona tan desagradable. Le había sorprendido el tono inocente y humilde de la hermana de Peter, tan diferente del que había usado con ella, hasta que se le ocurrió que quizá quería confiarle su secreto: que no todo iba bien en su matrimonio. Se alegraba por Peter. Después de todo, quería mucho a su hermana y a sus sobrinos. Era un cínico con respecto al amor, pero Lali estaba convencida de que haría lo que pudiese por mantener unida a su familia.
Quizá Euguenia, que se casó siendo muy joven, había dejado que un coqueteo se le fuera de las manos. Y, en cualquier caso, no era asunto suyo. Aunque, sin duda, la situación pondría a Peter de mal humor. Él no toleraba infidelidades. Más de una vez le había oído hacer juicios poco compasivos al respecto.
Peter tardó quince minutos en reunirse con ella. Bajo la luz artificial del interior de la limusina, parecía inusualmente pálido y sus ojos más oscuros más que nunca.
Convencida de que Euguenia le había contado la verdad, a Lali no le sorprendió su silencio mientras volvían a casa. Peter era tan fieramente leal a su familia que nunca le había hablado de su hermana.
Pero parecía tan tenso, tan furioso... Entonces empezó a dudar. ¿La habría acusado Euguenia de espiarla? No, era absurdo. Peter era demasiado sensato como para creer esa tontería.
Sin embargo, mientras subían en el ascensor, se encontró con unos ojos más fríos que las aguas del Atlántico en invierno.
—¿Qué ocurre?
—¿Por qué lo preguntas? —murmuró él, con tono helado.
Nunca le había hablado así. Cuando entraron en casa, se quitó los zapatos, como era su costumbre...
—¿Lali?
Ella se volvió. Peter seguía al lado de la puerta. Tan alto, con aquel esmoquin, estaba más guapo que nunca y, como siempre, le robaba el aliento. Sin embargo, la sensación de estar bajo una amenaza era tan
intensa, que se le hizo un nudo en la garganta.
Él se acercó lentamente, con los ojos brillantes como el oro viejo.
—¿Ha ocurrido algo esta noche de lo que quieras hablarme?
Lali tragó saliva. ¿Por qué actuaba Peter como si hubiera hecho
algo malo? No quería contarle lo grosera que había sido Euguenia y tampoco lo que había presenciado en aquella habitación. Pero si sabía que había visto a su hermana con otro hombre, ¿por qué hacia un misterio de aquel momento embarazoso?
—No, no se me ocurre nada —contestó ella, sintiéndose absurdamente culpable por ocultarle lo que había presenciado.
espero en unos días leerme todas tus noves!y poder empezar a comentar los nuevos capítulos! Es que recién encuentro tú blog besos
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