El vuelo a Londres estaba retrasado y, aunque podria haber entrado a la zona de embarque para esperar con más seguridad, aun no habia sido capaz de dar ese paso. Siempre habia supuesto que los aeropuertos eran lugares anonimos y la intimidaba la forma en que la gente la miraba. Quiza tenia un aspecto extraño. Quiza la gente notaba que estaba nerviosa y triste y se preguntaban que le ocurria. Se dijo que no tenia importancia, que pronto estaria en Inglaterra, mucho más cerca de encontrar a su hermana, Marianela. Por desgracia, esa reflesion no le provocaba el consuelo que esperaba.
Se pregunto qué iba a pensar Peter de ella. Eso era lo unico que en realidad la preocupaba. Ya habria notado su desaparicion, y no lo entenderia. Pensaria que estaba loca y quiza le doliera su marcha. Sin duda alguna, se sentiria herido en su amor propio. Maldeciria el día en que la habia conocido, porque no se merecia en absoluto la vergüenza que su desaparicion causaria a la familia Lanzani.
Peter cruzo el aeropuerto con decision y fue a consultar los horarios. Habia un vuelo a Grecia en dos horas. Pero no creia que Lali fuera a volver a encontrarse con su airado padre. Reflesiono sobre otro posible destino. Recordo su incomodidad cuando menciono que su madre habia sido inglesa. Tenia que ser Inglaterra, seguramente tenia familia allí. El vuelo a Londres tendria que haber salido una hora antes, pero tenia retraso. Respiro con más tranquilidad.
Vio al oso Edward antes de reconocer a su esposa. De espaldas a él, una jovencita con pinta de adolescente miraba un escaparate con un oso, que parecia el doble de Edward, debajo del brazo. Peter se quedo quieto, clavando los ojos en la gloriosa cabellera rubio platino que le caia hasta la cintura. ¿Lali? No podia ser. Llevaba una minifalda de cuadors, tan diminuta que deberian arrestarla. Por no mencionar la camiseta rosa que dejaba al descubierto su ombligo ni los absurdos zapatos de tacones tachonados de piedras brillantes.
¿Lali? Peter, atonito e incredulo, se dio cuenta de que no habia un solo hombre en el aeropuerto que no la mirara. La vio ir hacia un puesto de revistas y su forma de andar, fluida y puramente sensual, lo convencio. Vio su rostro y ahogo una exclamacion. El perfecto rostro de madonna, realzado por el maquillaje, era espectacular. Peter sintio una puñalada de furia. Su esposa saco un puñado de billetes extranjeros para pagar una simple revista. El dependiente del kiosko estaba tan encantado con la princesa de cuento que tenia ante el que comenzo a explicarle el valor de cada billete.
“Una jovencita tímida”, habia dicho Nicolas...
Lali metio todos los billetes en un bolso diminuto y alzo la vista. Cuando vio a Peter, su rostro se transformo con una expresion incredula, no se imaginaba como habia podido encontrarla. Estaba solo a unos metros, alto y fuerte, con el rostro adusto. Incluso antes de encontrarse con sus ojos verdes, perdio el aliento.
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ReplyDeletequiero mas
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