—¡Claro que no hay otro hombre! —a Lali la asombro que pudiera sospechar eso de ella, pero la anonado aun mas pensar que si habia pensado en encontrar un novio que besara como el. Como si los hombres fueran intercambiables, como si su boda y su voto de fidelidad no significaran nada para ella. Demasiado tarde, Lali empezaba a descubrir que no era tan convencional ni tan resuelta como habia creido; al menos no en cuanto a decir adios para siempre a Peter Lanzani.
—No hay más que decir —Peter con el rostro tenso y severo, clavo sus ojos esmeralda en ella. Estaba dispuesto a admitir que no habia un tercero, pero no podia dejar de analizar lo que habia hecho—. Esta claro que te arrepentiste de la boda incluso antes de llegar a la iglesia. Nos habriamos ahorrado mucha vergüenza y complicaciones si hubiera tenido el valor de admitirlo.
Los ojos de Lali se llenaron de amargas lágrimas de arrepentimiento, y trago saliva. Había sido tan tozuda, estaba tan empeñada en protegerse y en pensar lo peor de él, que se había engañado hasta el ultimo momento. No había entrado a la zona de embarque porque habría sido muy dificil sacarla de alli sin montar un escandalo. Se había dedicado a pasear, nerviosa e indecisa, luchando y negandose a admitir que no quería a Peter. Se habia comportado como una niña estupida y ahora estaba recibiendo su merecido, porque él no era un niño, era un adulto.
—Creí que queria ser libre... —explico Lali en voz baja—. Nunca he sido libre. Hasta esta noche, cuando sali de casa, no había estado sola en mi vida —parpadeo con tristeza. Peter tenso, contemplaba en silencio sus preciosos ojos negros—. Pense lo peor de ti... tuve un ataque de panico —confeso Lali sin aliento—. Pero no pense bien lo que hacía.
En ese momento, Peter estaba bastante lejos de pensar, pero la palabra “panico” encajaba perfectamente con su anterior sospecha de que su esposa habia escapado porque era más delicada de lo que él habia sospechado. Su ira comenzo a disolverse y su atencion se concentro en esa boca, humeda y sensual, mientras intentaba convencerse de que no se dejaria engañar por una mujer de ojos como chocolate que le hablaba con voz suave y persuasiva.
—¿Crees que podrias... darme otra oportunidad? —susurro Lali, Avergonzandose de tener que suplicar, pero sabianendo que no tenia otra opcion. Él era griego y había herido su orgullo. Si se marchaba, nunca volvería.
Peter penso que podria hacerlo si contrataba a otros 10 guardias de seguridad. Ella era un manojo de nervios, eso era indudable. Una mujer que tenia que bajar por una escalera de incendios y llegar al aeropuerto antes de comprender que queria seguir casada con él... Era sensible, fragil y habia que tratarla con cuidado. Tendria que comentarle que no seria mala idea dejar de pasear a Edward en público. Por no hablar del peligro que suponian esos sorprendentes zapatos con incrustaciones de, mucho se temia, diamantes autenticos y sacar sumas astronomicas de dinero en un kiosko de prensa.
—¿Peter...?
—Lo pensare —ladro Peter con superioridad. El rostro de Lali llameo al oir su respuesta—. Es más de lo que te mereces, yineka mou —continuo Peter, mirandola
con ojos desafiantes—. Aún tienes que madurar mucho. Tendras que convencerme para que lo reconsidere.
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