Tuesday, May 5, 2015

capitulo 44

Peter habló por el interfono y dijo que la persona que había pedido el taxi bajaría en unos minutos.
Se acercó a ella y la abrazó por detrás. Lali se tensó e intentó resistirse, pero le fue imposible. Deseaba a aquel hombre. Quería estar con él y quería que tuviera una buena opinión de ella. Por eso le había dolido haber discutido con él por algo que le parecía completamente remoto.
—No es tan fácil quedarse embarazada, ¿sabes?—le espetó.
—Sí.
—Mi madre no pudo tener más hijos después de tenerme a mí y mi abuela estuvo intentando diez años quedarse embarazada antes de que naciera mi madre —protestó Lali.
—Eso no quiere decir que tú vayas a tener los mismos problemas.
A medida que la tensión se fue evaporando, Lali se tranquilizó y Peter aprovechó para darle la vuelta y abrazarla.
—Me asustas… te asustas a ti misma, amore —le dijo acariciándole las mejillas.
Sin saber por qué, Lali se puso a llorar. Peter la abrazó con fuerza y ella se dejó consolar.
—Y tú te lo tomas todo a la tremenda —le dijo ella.
—Volvamos a la cama.
—Mi taxi...
Peter la hizo sentarse en el vestíbulo mientras hablaba con el portero por el interfono. Lali esperó temblorosa y sorprendida porque se estaba convirtiendo en una mujer sin voluntad. Había dicho que se iba ir a casa y debería haberlo hecho.
Peter volvió a su lado con la camisa desabrochada.
—Quiero dormir en mi casa —murmuró Lali.
Peter la ayudó a ponerse en pie y la desnudó.
—No, no es eso lo que quieres. Te quieres quedar conmigo —contestó él muy seguro de sí mismo.
Acto seguido, la tomó en brazos y la llevó al dormitorio.
—Entre semana te dejo que vayas a dormir a casa, pero los fines de semana eres mía de principio a fin. Lo siento mucho, pero así son las cosas —Hoy es jueves —murmuró Lali besándole el hombro.
—Lo siento, pero no te oigo.
—Hoy es jueves.
Peter la depositó sobre la cama con cuidado y enarcó una ceja.
—Me parece que vas a tener que consultar un calendario.
—Lo cierto es que parece viernes por la noche, ¿verdad? —dijo Lali sucumbiendo a aquel magnetismo animal que emanaba de la sonrisa de Peter.
Lali cortó una rosa roja del último ramo que Peter le había mandado y se la colocó en el ojal de la chaqueta que se había comprado hacía poco a conjunto con una falda corta entallada en la cintura que hacía que ni ella misma reconociera su silueta.
Tenía la casa absolutamente llena de flores. Todas las habitaciones olían de maravilla.

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