capitulo 58

—El ginecólogo me ha dicho que algunas mujeres que... no son delgadas, no parecen estar embarazadas hasta los últimos meses de gestación.
—No puedes estar embarazada de seis meses, es imposible —insistió Peter.
—Te equivocas. Además, si alguien es responsable de este embarazo, ése eres tú.
—¿Yo? Me cuentas una historia absurda...
—¿Qué historia absurda? Estoy embarazada y punto. ¿Quién dijo que se encargaría de tomar precauciones? —le espetó Lali—. ¿Quién me aseguró que no pasaría nada porque todo estaba controlado? En la ducha, en el suelo del baño, esa vez en la limusina...
Peter apretó los dientes. Pero se había puesto colorado.
—¿Cómo te arriesgaste así una y otra vez? ¿Y cómo es que ahora tienes la poca vergüenza de insinuar que otro hombre es el padre de mi hijo? Tienes muy poca memoria, Peter...
—No... recuerdo aquella vez en la limusina —dijo él, con el ceño arrugado—. Había vuelto de Oslo... te llamé y... fue un momento inolvidable.
—Me alegro mucho de ser «inolvidable» —replicó Lali, irónica.
Peter miró fijamente el bulto bajo la toalla. Todavía no se le notaba mucho, pero... su hijo. Podría serlo. Estaba perplejo.
—Acepto que hay alguna posibilidad de que el niño sea mío...
—Ah, qué generoso.
—Pero quiero una prueba de ADN, por supuesto —dijo él entonces, mirando la chaqueta de Dalmau. Aún tenía que lidiar con ese tipo. Un Lanzani en miniatura, un niño o una niña, su primer hijo, nacería pronto. Era asombroso.
Pálida, Lali apretó los labios al saber lo de la prueba de ADN.Peter jamás confiaría en ella, por supuesto.
—Haz lo que te dé la gana, pero no es necesario.
—¿Cómo están las cosas entre Dalmau y tú?
—Imagínatelo.
La sugerencia de que el embarazo había dado al traste con su relación hizo que Peter sonriera, satisfecho.
—Imagino que, ahora que vas a tener un hijo mío, ya no le gustarás tanto.
—En realidad, Gaston y yo sólo somos amigos.
—Mientras que yo nunca he querido ser tu amigo —dijo Peter—. Yo te quería en mis brazos, en mi cama. No te mentía sobre una falsa amistad.
—Y tampoco mencionaste el hecho de que me veías como tu amante.
—Las etiquetas no importan. Muchas mujeres estarían orgullosas de ser mis amantes...